Como una cúpula hecha del más negro zafiro, así los cubría un cielo sin estrellas. El viento era contrario, rudo y húmedo. La oscuridad se antojaba siniestra. Así era sobre el Mar de Galilea cuando los discípulos lo vieron: «…cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar» (Mr. 6:48).
No era vana ostentación de poder; al hacer un algo así el Señor Jesús anunciaba un modelo de vida. Debían tenerlo. En mares peores les tocaría estar.
En Jesucristo andar sobre el mar es caminar sobre el desprecio universal de los altivos, la miseria de los miserables, la ignorancia de los ignorantes. A menos que nos resignemos a hundirnos en ese piélago profundo debemos aprender a caminar sobre él.
La barca estaba cercada por aguas turbulentas y movida por vientos contrarios la noche en que los discípulos lo vieron venir. Andaba sobre las aguas... Qué modelo de vida.
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