Para muchos la universalidad del escritor checo-judío Frank Kafka (1883-1924) emana de su relevancia temática; abordó capítulos como la alienación, la burocracia, el absurdo y la condición humana; en La metamorfosis y El proceso penetró cuestiones existenciales y psicológicas de honda vigencia. El escritor argentino Jorge Luis Borges vio, sin embargo, la universalidad de Kafka desde otra interesante óptica. Él dijo:
Kafka ha sido uno de los grandes autores de toda la literatura. Para mí es el primero de este siglo. Yo estuve en los actos del centenario de Joyce y cuando alguien lo comparó con Kafka dije que eso era una blasfemia. Es que Joyce es importante dentro de la lengua inglesa y de sus infinitas posibilidades, pero es intraducible. En cambio, Kafka escribía en un alemán muy sencillo y delicado. A él le importaba la obra, no la fama, eso es indudable. De todos modos, Kafka, ese soñador que no quiso que sus sueños fueran conocidos, ahora es parte de ese sueño universal que es la memoria. Nosotros sabemos cuáles son sus fechas, cuál es su vida, que es de origen judío y demás, todo eso va a ser olvidado, pero sus cuentos seguirán contándose (1).
(1) Jorge Luis Borges. «Un sueño eterno». Diario «El País», 3 de julio de 1983.
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