La familia González-Barredo, con noble aprecio envía esta antigua oración portuguesa, que nunca había escuchado y para mi sorpresa se visibiliza en las redes. Me pareció escrita con un sentido hermoso de celo por las cosas esenciales de la vida, aquellas por las que vale la pena soñar, aquellas por las que vale la pena vivir.
Cuando le pidas algo a diciembre
Cuando le pidas algo a diciembre pídele que traiga regalos que no se vendan en las tiendas; un «me gustas mucho», un «gracias por existir», un «estoy aquí para siempre».
Cuando le pidas algo a diciembre pídele que te traiga abrazos apretados, carcajadas fuertes, regazos de quienes más quieres, manos tomadas todo el año, hombros que te sostengan en corazones donde vivir sin fecha de caducidad.
Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te traiga ojos que brillen por ti, para ti; palabras que te protejan y cuiden como el sol en los días fríos; las pequeñeces que valen todo en la vida; lo esencial que ocupan, sin pesar, el lado izquierdo del pecho; y esa alegría que hace que la vida valga la pena.
Cuando le pidas algo a diciembre, pídele que te enseñe a vivir con el corazón abierto; creer, así como así, que hay una luz para cada oscuridad que tengas que enfrentar.
¿Para qué pedir algo si lo tenemos todo? ¿Y qué quieres que te traiga el año venidero? Nada. No quiero que me traiga nada. Lo único que quiero es que no se lleve; que no se lleve lo que ya tengo; que no se lleve el techo que nos cobija, el plato que nos alimenta, la manta que nos abriga, la luz que nos ilumina, la sonrisa de mis hijos, la salud como tesoro, el trabajo como sustento, la amistad, la compañía, los abrazos, las caricias, los «te quiero», los «te amo», los besos. Que no se lleve los sueños y los trocitos del corazón que lo forman cada persona que llevo aquí dentro.
Que tengas el mejor de los años. Gracias.
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