Es un principio no solo de justicia, sino de sabiduría y a más de esto, de sentido común: antes de juzgar escuche a las partes.
Si tuvo tiempo para escuchar a uno, tenga tiempo para escuchar al otro.
Tenga mucho cuidado con el otro. Es la parte que quedó callada y sin oír. Tenga mucho, mucho, mucho cuidado, porque en esa parte suele estar Dios.
Ya oyó a Caín, ahora oiga a Abel.
Ya oyó a los hermanos de José, ahora oiga a José.
Ya oyó a los filisteos, ahora oiga a Sansón.
Ya oyó a Saúl, ahora oiga a David.
Ya oyó a Sedequías, ahora oiga a Jeremías.
Ya oyó a Caifás, ahora oiga a Jesús.
Ya oyó al mundo, ahora oiga a Dios.
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