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| A la izquierda, Parque La Normal en construcción. A la derecha, arriba, imagen de 2018, de José Antonio García, para Google Maps. A la derecha, debajo, imagen de 2025, de Lázaro M. Miranda García, para Google Maps. |
Las fotografías de arriba son imágenes en varios tiempos del Parque La Normal, en la periferia del municipio Cerro, en La Habana, Cuba. Su construcción fue un proyecto de Carlos Prío Socarrás, presidente de la República entre 1948 y 1952. En su fondo estaba levantada la Escuela Normal para Maestros de La Habana, de donde tomó nombre. Por más que se le haya querido cambiar perdura en la memoria histórica del pueblo como Parque La Normal.
Hoy día aquel espacio generoso, alivio de los muchos hacinamientos citadinos, se llena de árboles copudos y veredas sombreadas. Es visible desde la Calzada de Infanta, artería central en la urbe capitalina.
Entre 1993 y 1994 llevaba allí a mi hijita mayor. Tenía el lugar un discreto panel de diversiones, pero lo que más la motivaba a ella era la oportunidad de recoger los frutos que caían de los árboles y tapizaban la tierra cercana. Me inclinaba a su lado y la animaba a escoger la mayor diversidad posible de tonalidades para educarle estéticamente en la apreciación de los colores. Ella las llevaba a casa en una bolsita, como un preciado regalo que sacaba elogios y sonrisas de aprobación de su mamá.
Una tarde, ya cercano al crepúsculo, mientras mi pequeña y yo estábamos concentrados en la ingente tarea, pasó en el ómnibus por la Calzada de Infanta uno de mis peores enemigos. Bueno, son tantos... Él vio la escena. A la noche me llamó. Estaba extrañamente conmovido. Me dijo: «Quería pedirte perdón. Yo siempre he creído que tú...». Lo dejé ordenar sus entrecortadas palabras hasta que logró decirme: «Yo pienso muchas cosas, pero hoy pasé en el ómnibus por Infanta y te vi en el Parque agachado con Elizabethica, recogiendo semillas...». Sin entender en que iba a terminar todo, le sonreí, y él concluyó: «El problema es que yo nunca he hecho eso con mi hijo...». Y en ese punto se quebrantó.
No son intrascendentes los parques; colectan historias hasta en las pequeñas semillas de sus árboles.

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