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jueves, 3 de agosto de 2023

No quieren leer

Si supieran de la riqueza que se atesora cuando se lee. Si pudieran sentir por un instante el cambio del que llena la mente con información sana y nueva.

Si entendieran lo libre que hace al hombre hurgar entre las páginas de un libro y filtrar de él toda la información posible. Dostoievski pedía a su familia desde la cárcel: «Libros para que mi alma no muera». Este fue el ruego del más grande teólogo cristiano que haya existido, el apóstol Pablo: «Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos» (II Ti. 4:13). Él sufría prisión, y sabía que leer era un modo de ser libre.

Pero no quieren enriquecerse, no quieren cambiar, no quieren ser libres; no quieren leer.



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