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viernes, 10 de diciembre de 2021

Viria Ríos de la Cruz. Doctora en Medicina

Hoy, 10 de diciembre de 2021, en la Sala-Teatro “Mariana Grajales” del Municipio 10 de octubre, en La Habana, Cuba, recibe nuestra bella hija, Viria Ríos de la Cruz, su título de Dra. en Medicina. Como padres nos sentimos felices por esta gran realización personal. Es este el alcance de una meta por el que luchó mucho tiempo, un sueño lejano alcanzado.

Ella fue fiel, y Dios le premió. De hecho, el Altísimo le trajo de la mano hasta aquí, de modo que es Suya la gloria de esta ardua y extensa jornada que abarcó seis años. Particularmente, en este 2021, enfrentó áreas de atención médica muy complejas, porque estuvo en el epicentro de la peor pandemia que haya azotado Cuba y el mundo en mucho tiempo. Con amor y dedicación sirvió a su pueblo en uno de los municipios más densamente poblados de todo el país, de modo que esta graduación es la corona no de un restrictivo esfuerzo de lectura, sino de un servicio abnegado. Este título es la distinción como presea, por los inacabables días en que arriesgó su vida atendiendo a un anciano o a un niño gravemente afectado.

Quedan atrás noches de desvelos, horas extensas de lecturas científicas y esfuerzos docentes a fin de completar el programa de la dificilísima carrera de Medicina. Queda por delante, ahora, la vida profesional. Como pusimos en las manos del Señor sus años estudiantiles ahora lo hacemos con los futuros años de trabajo. Rogamos al Rey del cielo que le permita crecer en extensión como canal de bendición; muchos logros adornen y desborden su futuro profesional; pueda calmar el dolor de mucha gente, y servir a todos aquellos que Dios le acerque, en la difícil misión de médico.

Bendecimos, como padres, su vida, especialmente, y la de todos sus compañeros de curso que, a su lado, sufrieron las privaciones propias del estudiante esforzado, las duras guardias, la atención de salas atestadas de gente necesitada y los exámenes repetidos, no siempre calificados con justicia.

Puedan todos tener en la vida las compensaciones que desea un médico en la sonrisa complacida de aquellos que sienten el alivio del dolor. Los bendiga cada paciente, los bendiga su pueblo, los bendiga Dios.

Muchas felicidades, Virita, querida hija. Muchas felicidades, muchachos. Adelante con fe, honor y amor. Dios me los guarde siempre.

“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (I Ti. 1: 17).

 

Con amor,

 

Rev. Dr. Octavio Ríos Verdecia. Doctor en Medicina. Especialista en Medicina Interna y Cuidados Intensivos. Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios.

Revda. Dra. Elízabeth de la Cruz Legrá. Licenciada en Ciencias Farmacéuticas. Especialista en Superación Técnico y Profesional. Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios.



martes, 7 de diciembre de 2021

Abraham Vila Morales, con el Señor

Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo (Is. 57: 1).

 

“A los siervos de Dios les suceden cosas muy raras”, me decía un día el teólogo cubano Luis Guerra. Es una verdad grande y de ella se llena la historia. El mayor profeta bíblico, Juan el Bautista, permaneció un año entero confinado en la Fortaleza Maqueronte para, finalmente, morir con innoble violencia, decapitado, en un estrecho calabozo. Él, que era el hijo del anchuroso desierto, en un calabozo, un año...

David Wilkerson “con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Ro. 15: 19a) desintegra las peores pandillas neoyorkinas de la década del 60; levanta a la postre una congregación de ocho mil personas, donde estaban representadas cien nacionalidades, y en 2011, no lejos de mi sede, inexplicablemente tuerce el rumbo de su auto y embiste a una camioneta que circulaba en dirección contraria. Murió en el acto.

Alejandro Nieto Selles, en plenitud de facultades ministeriales, impacta Cuba, llenándola de obras nuevas y, pese a las cadenas nacionales de oración, muere en 2009, a la temprana edad de cuarenta y ocho años.

David Brainerd, misionero norteamericano a los indios de Delaware, vive solo veintinueve años. Finalmente, Samuel Morris, el excelso predicador africano, una promesa del evangelio en Norteamérica, parte de este mundo inesperadamente, en 1893. Apenas frisaba los veinte años.

Confunde pensar acerca de cuánto les quedó por hacer a todos estos siervos. Un extraño velo cubre los minutos finales de cada uno.

A la repentina promoción a la gloria del Pastor Abraham Vila Morales, la noche del 6 de diciembre de este aciago 2021, en un triste y violento accidente en carretera, se abren al corazón de sus familiares y de todos los que bien le quisimos, muchas preguntas. Algunas pueden llegar a ser muy sensibles porque apenas terminaba de predicar el día anterior dos ardientes mensajes, porque ministraba a una floreciente grey, porque era el hijo más noble de la amada familia Vila-Morales, aquel por el que más oraron…

Su entrada a la vida, el 5 de febrero de 1970, supuso para sus padres un esfuerzo de épica fe, porque nació pretérmino y broncoaspiró líquido meconial, lo que llevó a una peligrosa bronconeumonía. Gravitó, en medio de todo, el diagnóstico de una cardiopatía congénita. Fue aquella una experiencia de intensa y sostenida oración, en que todos los diagnósticos se revirtieron: aquel pequeño egresó sano del hospital (1). Al alta, ante la proposición de seguimiento de los neonatólogos, Orson Vila contestó: “Dios no hace chapucerías”.

Con razón le llamaron Abraham. Su vida remedaría los pasos del bíblico padre de la fe.

Presentado al Señor poco después, compartiría Abraham Vila, en su niñez, todos los trasiegos de la familia, las penas que les trajeron las cárceles de su padre y el esfuerzo inaudito de su madre para sostenerlos. Sume a esto considerar las presiones personales propias del medio en que creció. Él estuvo presente, junto a sus hermanitos, en el sufrido pastorado de El Corojo, aquella lejana locación camagüeyana, estructurada con una casa pastoral de cuyo techo humilde, de guano campesino, caían peligrosos alacranes.

Respondió Abraham pronto en la vida al llamado ministerial, y fueron conocidos sus pastorados sucesivos en Anton, Grúa Nueva y Ranchuelo (2). Siempre presente en los Congresos Nacionales de Evangelismo de las Asambleas de Dios de Cuba, que tuvieron lugar entre 1998 y 2004, se mostraba como un ferviente seguidor del ministerio de sus padres, y luchó enconadamente por andar tras sus pasos. De ahí que proyectara tanto de sus influencias. El evangelista cubano, Luis Daniel Betancourt, comentaba en aquellos lejanos días: “No hay hijo que más se parezca a su padre”.

Me recuerdo llegando con Orson Vila a Ranchuelo, provincia Villa Clara, el jueves 9 de marzo de 2000, en los pródromos de una campaña evangélica que tendría lugar allí, bajo el pastorado de Abraham Vila. A pocos metros de aquella sede el legendario evangelista cubano se me adelantó unos pasos y se detuvo en la puerta del Templo, observando detenidamente algo que estaba en ella; era un anuncio de la campaña. Cuando le alcancé se volvió a mí, y me dijo, varias veces, conmovido y sonriente, con los ojos vidriosos: “Mi hijito puso un cartelito…”.

Ministro Ordenado, pastor y evangelista, predicador homilético, poderoso y fluido (2), continuaría Abraham Vila el ministerio, tras su llegada a Estados Unidos, como parte del Centro de Avivamiento Cristiano (CAC) en Hialeah, asistiendo a sus padres inicialmente. Se extendería su cayado, como pastor principal, al CAC del South West Miami. Las redes se llenarían con cada mensaje que predicó.

En lo social tenía la extraña virtud de ser querido por todo el mundo. Usted podía abordarlo sin ninguna prevención. Llano, amable, sencillo, humilde, siempre presto al servicio, era mi canal en los Estados Unidos para la llegada de bibliografía a sus padres. Estando estos en España, en septiembre de 2019, les envié, a través de la dirección postal de Abraham Vila, el tomo II de Historia de las Asambleas de Dios en Cuba y un ejemplar de mi libro más importante, Gratitud. Con amor, obsequié al Pastor Abraham un ejemplar de este último. El 15 de septiembre me contestó, sentidamente:

 

Mi querido hno. Rev. Dr. Octavio Ríos, tomo este momento para expresarle con humildad mi gratitud de todo corazón, por hacerme participe de esta gran bendición que encierra tanto trabajo, desvelo, sacrificio, esfuerzo, preocupación y entrega, para lograr ponerlo en mis manos. Este ejemplar de Gratitud, usted no puede imaginarse la gran bendición que a través de él me ha transmitido y sé que me seguirá transmitiendo. Muchas gracias de todo corazón, y es mi deseo que las más ricas bendiciones de Dios continúen manifestándose en su vida, familia y ministerio de una manera gloriosamente continua. Un abrazo, los amamos profundamente en el Señor. Su consiervo, Abraham Vila.

 

A tan hermosas y motivadoras palabras, contestamos:

 

Rev. Abraham Vila, muy amado hermano, mucho nos bendicen sus palabras; fueron uno de los regalos más significativos que tuvimos mi esposa y yo, el domingo, en nuestro treinta aniversario de matrimonio. Doy gracias a Dios por la bendición que les trajo Gratitud. Ustedes han sido una familia con un significado muy grande en nuestras vidas. Les ruego ayuda en la promoción del libro entre los miembros de la Iglesia. Por favor, transmítaselo a papá Orson. Él nunca sabrá cuánto ha significado para nosotros. Un abrazo, y una vez más, gracias por sus palabras; nos hacen mucho bien. Octavio.

 

A todos nos duele la repentina ausencia de tan querido hermano en la fe, y nada es más humano que ese dolor. Aun Jesús lloró la temporal ausencia de su amigo muerto (Jn. 11: 35). Desde la perspectiva bíblica nos fortalece la convicción de que “la vida y la muerte son de Dios”; así nos decía, en 1992, el Superintendente General, Rev. Humberto Martínez Sabó, mientras me entregaba, para su atención, el cuerpo casi exánime del Pastor Antonio Pupo. Si entendemos que “estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos” (Sal. 116: 15), no será difícil pensar que la hora postrera de cada siervo está cuidadosamente prefijada en el anticipado conocimiento de Dios. Con esa certeza andamos por la vida: “…si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Ro. 14: 8). Quizá nos haga bien recordar las palabras de William McDonald, cuando escribió: “Es cierto que Dios conoce el término de nuestra vida en la tierra, pero al cristiano no le resulta mórbido ni fatalista. Sabemos que somos inmortales hasta que terminemos nuestra labor…” (3). Ese día, en que termina el propósito de Dios para nosotros en la tierra, partimos de este mundo, a veces por caminos muy extraños…

¿Por qué unos se van antes y otros después? ¿Por qué muere tempranamente Jacobo y tardíamente su hermano, Juan? El primero perece, en lo humano, con gran violencia, a espada, y el segundo conoce, en el destierro, la más avanzada longevidad. ¿Se estaría contestando singularmente la oración de aquella madre de los hijos de Zebedeo?: “Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda” (Mt. 20: 21b). A la verdad, ambos murieron en los extremos de una vida de servicio.

Fui médico personal del inolvidable Pastor Guillermo Valdés. Quiso Dios llevarle tempranamente. Tenía escasos treinta y seis años cuando murió, el 17 de marzo de 1998. Regresábamos de aquel triste entierro en Madruga, y veníamos en el área de carga de un rústico camión, rumbo a La Habana. Acompañaba al Pastor Luis Hong García, y algo sombrío, le pregunté: “¿Qué explicación tendrá la muerte temprana de alguien tan útil a la obra nacional como lo fue Guillermo?”. Recuerdo que él movió un poco la cabeza, pensativo, y me contestó: “Quizá un día hizo la oración que todos hemos hecho: ‘Señor, llévame contigo antes de fallarte y abandonarte…’; cómo saberlo. De qué cosas nos libra el Señor al sacarnos de aquí…, un día lo sabremos”.

No queríamos, por nada de este mundo, que hubiera ocurrido tan penoso accidente; es un doloroso recuerdo para nuestras vidas. He visto a mi esposa llorar muy quebrantada, tras la noticia, al sentir en el Espíritu, como madre, el dolor de la Dra. Noemí. No era el camino que queríamos para tan preciosa familia, pero casi nadie ha vivido la vida que soñó vivir. Quizá, entonces, cobren sentido para nosotros, las palabras del Pastor Craig Barnes, escritas con la autoridad mayor, que es aquella que da el sufrimiento personal. Él afirmó: “…La misma comprobación, la misma certeza de que la vida no es lo que nos habíamos imaginado nos une en una sola confesión: Dios está actuando de manera misteriosa. Y en esa confesión germina la esperanza” (4).

Nada ocurre en displicente arbitrio; como determina Dios el brillo de cada estrella, así también determina el minuto en que llega el hálito postrero de todo ser viviente. Subrepticio, aun en las peores tragedias, el eterno Dios sostiene los hilos de Su creación, y lo enrumba todo a los más elevados y mejores propósitos, por incomprensibles que parezcan.

No es mero hablar. La convicción de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Ro. 8: 28ab) da a la vida un sentido de significado en todo lo que ocurre. La grandiosa importancia de esto la remarcó Rick Warren en 2002, en la memorable publicación de Una vida con propósito. El gran predicador californiano se sostendría con tales convicciones cuando, dolorosamente, en 2013, su hijo menor, su pequeño y amado Matthew Warren, perdió la vida.

Perdura en la historia el misterio mayor: ¿por qué tuvo que morir Jesús una muerte así? Nada más cruenta y violenta que la escena de la cruz. Aquella tarde infausta se agitaron con cruel saña las peores olas de la violencia. De pronto todo perdió el sentido. A los ojos humanos aquella vida fue truncada en su temprana adultez, y se cumplieron en María, con honda crudeza, las palabras de Simeón: “…una espada traspasará tu misma alma” (Lc. 2: 35a). Se necesitará tiempo antes de que se pueda develar, a los asustados discípulos, el misterio de la resurrección.

No hay, en la historia de los santos, muerte sin sentido, ni accidentes sorpresivos para Dios. Señalando a la existencia del mal muchos se conjuraron en los tiempos tratando de negar la bondad del Rey de los cielos, siquiera su propia existencia. Aquel gigante que se llamó Wilhelm Leibniz los refutó cuando dijo que Dios permite el mal con el fin de lograr un bien superior (5). No solo era una conclusión presentada desde el estrado de la filosofía, era aquella una verdad bíblica. A la par representaba una asignatura que se debe aprobar. Por ella han tenido que andar todos los cristianos que han existido, incluidos los primigenios apóstoles del Señor. Jesús no calmó la tempestad mientras ellos gritaban “¡Fantasma!”. Aquel grupo de hombres valiosos tuvo que aprender a identificar a Jesús en la tormenta. Solo entonces, él subió a la barca, y se calmaron los vientos y las olas (Mt. 14: 26-32). Es necesario ver a Jesús en la tempestad, esa que sacude con crueldad la barca, en la más encapotada noche. Nos ayude la gracia de Dios.

Tales afirmaciones se hacen pensando en los que se quedan. ¿Qué se puede decir pensando en los que se van? Dichosos los que pueden partir de este mundo dejando, como el Rev. Abraham Vila, una impoluta imagen de fe. Dichosos lo que, tras su paso, dejan un legado imborrable y, a flor de labios, inspiran la confesión de los que dicen, al pie de la tumba que recoge los restos de aquel que fue Templo del Espíritu Santo: “Valió la pena vivir esa vida. Es bueno saber que alguien así existió”.

Más allá de nuestra limitada y pobre perspectiva, Abraham Vila vive ahora en el cielo y reposa, a la espera de la resurrección, en el descanso eterno de los santos. Bienaventurados los que, como él, ya escucharon aquella voz, que les dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25: 21). 

 

Dra Noemí Morales de Vila, Rev. Orson Vila. 

Hijos del Pastor Abraham Vila.

Dr. Dadonim, Orsito, Revdas. Keila y Keren. 

Hna. Yarelis Vila.

Mis amados hermanos:

 

Reciban nuestras más sentidas condolencias y el abrazo más estrecho que podamos darles en el Señor, desde nuestra lejana y triste soledad.

Por más que muchos quieran que no sea así, los amaremos siempre con amor inalterable (Ef. 6: 24).

En Cristo Jesús, Señor nuestro.

 

Rev. Octavio Ríos Verdecia

Revda. Elízabeth de la Cruz de Ríos

Dra. Elízabeth Ríos de la Cruz

Dra. Viria Ríos de la Cruz

 

 

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(1) Octavio Ríos. Historia de las Asambleas de Dios en CubaTomo II. Tyler: Independent Publishing. 2019, p. 371.

(2) Datos tomados de la publicación en redes de la Dra. Noemí Morales de Vila. 9 de diciembre de 2021. 3:00 a.m.

(3) William MacDonald. Comentario bíblico. Antiguo y Nuevo Testamento. Editorial CLIE, 2004, p. 381.

(4) Craig Barnes. Cuando Dios irrumpe. Colombia: Editorial Buena Semilla. 1996, p. 50.

(5) S.a. Artículo: “Albedrío”. https://es.thefreedictionary.com/albedrio Accedido: 9 de diciembre de 2021, 7: 47 p.m.



lunes, 29 de noviembre de 2021

Triste tiempo en que la gente ya no canta

Cantar, se supone que este fuera el tiempo en que más lo hicieran. Lejanos están los días del viejo radio; solía ser único, y debía oírse por turnos en el hogar. Cómo olvidar la imagen de la vitrola en los lugares de reunión, con sus discos de pasta, rayados ya, a fuerza de repetirse la misma canción. Pese a aquellas lejanas restricciones, la gente cantaba. Era posible saber cuándo el vecino llegaba. Se rompía el silencio comunitario con una canción, muchas veces llena de nostalgia. Al bañarse la gente también lo hacía. Las madres cantaban al arropar la cama, y las tiernas canciones de cuna mecían la tarde, trayendo el sueño a los pequeños. Los desafinados no se daban por vencido: ellos silbaban tonadas por los pasillos.

Ya la gente no silba. Ya la gente no canta.

Es la gran paradoja de nuestro tiempo: cada día somos más los que oímos cantar, y menos los que cantamos. No debía de ser, a tenor del revuelto oleaje tecnológico en que vivimos: dispositivos de CD, MP3, MP4, reproductores bluetooth, laptops y televisores smart. Crecieron inusitadamente los medios por los que oímos cantar. A la par, nosotros, cantamos menos. Algunos ya no lo hacemos…

La propia Iglesia cambió. Era literal aquel “Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra” (Sal. 100: 1). Cantaban todos. Los dirigía cualquiera que entonara un poco. Llegaron los «grupos de alabanza». Desde entonces ellos son los que cantan, son los que saben. Y la grey…, la grey ya no canta.

Extraños días con hondos silencios de alma. Ya no sé si mi vecino está en casa.

Triste tiempo en que la gente ya no canta.



jueves, 14 de octubre de 2021

Nadie es libre

El celebérrimo escritor francés, Gustave Flaubert, escribió en una oportunidad a Louise Colet: “Lo que me parece bello, lo que cuenta hacer, es un libro sobre nada, sin atadura exterior, que se sostuviera por sí mismo gracias a la fuerza interna de su estilo, como la tierra pende en el aire sin que nada la sostenga”. (1)

Qué libro tan extraño sería ese. Un hijo de la nada…

Es corto el tiempo en que permanecemos como un papel en blanco. Nacemos y pronto llegan las influencias, unas buenas y otras malas. En este inflexible camino cada ser humano se vuelve un reproductor de experiencias que llegan y se quedan; estas se evidencian en la conducta y el pensamiento. Lo único original que conservamos es la forma en que tales influencias se combinan. Es la tiranía del mundo; de ella no nos podemos desprender. Oscar Wilde, escribió: “La mayoría de la gente es otra gente. Sus pensamientos son la opinión de otra persona; su vida es una imitación; sus pasiones, una reproducción… Solo existe un modo de desarrollar la propia alma y consiste en despojarse de la cultura”. (2)

Es una utopía, pero se persigue ilusoriamente en ese vago deseo de apartamiento que crece con los años en las grandes espiritualidades. Lo confesaba Einstein, lo describiría en sí el propio Flaubert. Es tal vez un hondo deseo de regresar a la condición pura en que nacimos. Tal vez sea eso, o tal vez no entendí a Flaubert...

 

 

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(1) Gustave Flaubert. Carta a Luisa Colet, 16 de enero de 1852. Publicada en: Offarm, Vol. 23, No. 2, febrero de 2004, p. 156. 

(2) Simon Leys. "La personalidad y los gustos del compilador". Calle del Orco, 17 de abril de 2019. https://calledelorco.com/2019/04/17/la-personalidad-y-los-gustos-del-compilador-simon-leys/  Accedido: 14 de octubre de 2021, 1: 30 p.m.



martes, 7 de septiembre de 2021

Mi canción camina sola

La publicación de los artículos del Blog “Gratitud” despertó al principio, para 2017, reacciones de suspicacia. “¿Cuánto gana por cada artículo?”, me preguntaron desde Cuba los que no están acostumbrados a hacer un esfuerzo que no esté vinculado a una gloria financiera.  Tuve que contestar: “Aunque es mi derecho hacerlo, y en alguna red promueva ventas de libros, note que el Blog ‘Gratitud’ no está monetizado. Tal vez, más adelante le coloque un botón de donaciones, cuando estructure legalmente le ministerio”. Terminé con un “Gracias por escribir”, mientras por dentro rumiaba un “Hmmm…”.

Todavía no se había disipado el calor de mi respuesta cuando volvieron, con renovados bríos: “¿Por qué no lo monetiza?”. Me vi respondiendo a varios emails: “Hay artículos redactados en momentos de elevación sublime, y no quiero que se profanen cortándolos a la mitad para que un fabricante anuncie su nuevo diseño de Microwave. Una cosa es monetizarlo y otra es ponerle un botón de donaciones. No es lo mismo. La segunda opción no profana el artículo; la primera sí. ¿Complacidos mis agudos amigos?”.

No, no estaban complacidos. Tomaron entonces las armas de la sutileza y cambiaron el camino de la contienda por el de la seducción; ellos escribieron: “Si lo monetiza los artículos corren más…, y llegan más lejos”.  Una vez más el viejo Cabral hubo de salir en mi defensa: “Mi canción no necesita /auspicios de Coca-Cola;/ por la gracia del Señor / mi canción camina sola” (1).

 


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(1) Facundo Cabral. “Recital en Quito, 2004”. Semana de la Comunidad Andina. https://youtu.be/iNHMFcJB214 Accedido: 7 de septiembre de 2021.




viernes, 27 de agosto de 2021

Oscar Cardoso Gutiérrez, con el Señor

Se nos adelanta, camino a la gloria, el Pastor Oscar Cardoso Gutiérrez. Nos conmovió saber ayer, jueves 26 de agosto de 2021, acerca de su partida, y esta nos llevó a inevitables remembranzas.

El Rev. Oscar Cardoso nació el 20 de octubre de 1935. Le acompañaría en la vida y el ministerio la inolvidable Revda. Magalys R. Mayoral Sánchez. Se les recuerda en 1978, pastoreando Lindero Cruz, provincia Holguín, en el oriente cubano (1). Un año después, en 1979, pastorearían la dificilísima Iglesia de Majayara, Oriente oriental. En esta sufrida locación el matrimonio vivió la inenarrable experiencia de la muerte de su hijito (2). Sus vidas fueron para entonces una paráfrasis personal de las palabras del Salmo 84: 6: “Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques…”.

Durante la década de 1990 aparece el Pastor Cardoso muy activo en el Presbiterio Ciego de Ávila, como corresponsal de La Antorcha Pentecostal, órgano oficial de las Asambleas de Dios de Cuba.

La Quincuagésimo Cuarta Convención Nacional de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), que tuvo lugar en el Templo “Fuente de Vida”, de Infanta y Santa Marta, La Habana, entre los días martes 15 y viernes 18 de junio de 1993, corrió bajo el lema: “Yo hago una gran obra” (Neh. 6:3). En esta magna cita tuvieron lugar cambios que reestructuraron de modo importante el trabajo nacional: se crearon los Distritos, y se hizo de la escuela dominical un departamento nacional. Allí estuvo el Pastor Oscar Cardoso, y fue electo, con gran aprobación, como secretario distrital de la Escuela Dominical en el Distrito de Centro.

Cómo olvidar el recorrido evangelístico que hiciéramos nosotros por Florida, Camagüey, en 1997. En él fuimos amablemente invitados por el matrimonio Cardoso. Pastoreaban, para entonces, la floreciente congregación que se reunía en el Templo de Ortigal. Conservamos las más gratas memorias de aquel domingo 28 de septiembre; impartimos con ellos la escuela dominical, haciendo un estudio temático sobre la oración, que descansó en I de Tesalonicenses 5: 17: “Orad sin cesar”; y como no me dejaron regresar, permanecimos en horas de la tarde, teniendo con esa hermosa grey una experiencia indeleble, mientras predicábamos bajo el título: “Sigue la estrella”, basados en Mateo 2: 2b: “Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”. Nunca olvidaremos aquella fiesta de amor ágape (3).

Cuando el Pastor Cardoso venía a La Habana visitaba siempre el Templo central de Infanta y Santa Marta. Mi esposa y yo compartíamos allí un ministerio magisterial. Él nos apoyó siempre en difíciles clases, y nunca rehuyó el complejo rol de consejero, asesor y amigo.

En los últimos años, de su experimentada ancianidad se nutrieron los jóvenes pastores y líderes del centro cubano, esos que hoy llevan, en relevo, el santo cayado.

En sucesión ministerial su hijo, el Rev. Dr. Noel Cardoso Mayoral, es el actual pastor del importante Templo “Voz de Fe”, de las Asambleas de Dios en Lawton, La Habana. Allí sirve al Señor junto a su esposa, la Revda. Loyda Peñate Luis. A nuestro lado estuvo el noble Pastor Noel, como Secretario Distrital de Occidente. Pudimos contar con su apoyo y compañía en reuniones de gobierno muy difíciles.

Al cierre de estas memorias somos muchos los que recordaremos con gratitud al Pastor Oscar Cardoso. Su andar desenfadado, el permanente optimismo que emanaba de su carácter amistoso y afable, dejarán para siempre una grata huella en la memoria de todos los que tuvimos el privilegio de aprender con él.

Para todos sus familiares, especialmente sus hijos, quede el testimonio de nuestro dolor compartido tras la partida de un ser tan querido. Honremos unidos su memoria elevando al cielo una sentida acción de gracias por la vida y el ministerio del inolvidable Rev. Oscar Cardoso Gutiérrez, padre, esposo, pastor, maestro y amigo.

 

 

Rev. Octavio Ríos Verdecia

Revda. Elízabeth de la Cruz de Ríos

Dra. Elízabeth Ríos de la Cruz

Viria Ríos de la Cruz

 

 

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(1) Octavio Ríos. Historia de las Asambleas de Dios en CubaTomo II. Tyler: Independently Published, 2019, p. 397.

(2) Ibíd., p. 406.

(3) Memorias del autor.




miércoles, 25 de agosto de 2021

Por eso se recuerdan, son heridas

En horas de la mañana de aquel sábado 19 de abril de 2008, el venerable profesor argentino Rocky Grams, nos impartía una conferencia de Predicación Persuasiva, a nivel de Maestría. Desde alguna de sus muchas remembranzas ministeriales, nos dijo: «Aquel predicador preguntó a su auditorio: ‘¿Cuántos de ustedes alguna vez han sido heridos?’. Un hombre levantó la mano. ‘¿Qué te pasó?’, preguntó el predicador. ‘No recuerdo…’, contestó el hombre. ‘Entonces no fuiste herido’, sentenció el predicador» (1).

¿Quiere definir lo que es una herida? Comience por pensar en la memoria que deja. Es tan profunda que requiere la Obra del Espíritu Santo. Por medios humanos no es curable. Su cicatriz tironea de las partes sanas, a las que también dañan, haciendo crecer el mal.

Las más de las veces los simples pretenden verlas curar “con el paso del tiempo”, y el tiempo es mera ilusión. Pasan los años, y ahí están.

Algunas heridas duran para siempre. Si no lo quiere creer, piense en el Señor. En el cielo veremos sus manos horadadas. Son la evidencia externa de la herida profunda que le hicimos, la triste tarde en que llevó el pecado. Su memoria estará con Él para siempre, porque también Dios tiene heridas. Algunas son inmensurablemente profundas. Tienen que ver con los rechazos de un mundo impenitente, con tus frías indiferencias y renuencias a pensar en lo hondas que son las heridas que causas en los demás.

No son los textos de espiritualidad avanzada, mucho menos los anales de la psiquis humanas, los que saben de los caminos para tratar las heridas. Tales cosas pertenecen a Dios. Solo Aquel a quien Jesús llamó Paracletos (Consolador) sabe manejar las más profundas, diluyendo en un mar de ministración santa sus lúgubres efectos.

Nadie más puede hacerlo: “El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas” (Sal. 147: 3).

 

 

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(1) Rocky Grams. Conferencia de Predicación Persuasiva. Templo “Vida Abundante”, Diezmero, La Habana, 19 de abril de 2008. Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina. Rector: Rev. Dr. Larry McNeill.



martes, 10 de agosto de 2021

Grandeza

Grandeza es el segundo libro de una trilogía pastoral que comenzó con la publicación de Gratitud, en 2019. Fue escrito desde Texas, en el momento más crudo de la asoladora pandemia de COVID-19, que tanto dolor trajo al mundo. Sus capítulos, redactados con honda inspiración, ayudan a encontrar un sentido en las más inadvertidas cotidianidades. Lleno de ilustraciones refrescantes, con reflexiones amenas, pero profundas, este libro enrumba a insospechadas lecturas frente a experiencias humanas en las que muchos solo ven privación, frustración, dolor y pena sin sentido.

El autor pone en sus manos bellas reflexiones, nacidas de la historia y la vida, fundidas todas en un crisol bíblico conservador, desde donde, con amor, se busca una elevación en Cristo Jesús.

Si ha tenido una pérdida que no merecía, si por momentos se abrió la tierra a sus pies, sin importar la edad que tenga: este libro es para usted.

 

Detalles del libro

 

Dirección: http://mybook.to/grandeza

ISBN-13: 979-8506646037

ASIN: B0959LJCRL

Editorial: Independently published (18 de mayo 2021)

Idioma: español

Tapa blanda: 342 páginas

Peso del Artículo: 1.13 libras

Dimensiones: 5.5 x 0.78 x 8.5 pulgadas



domingo, 1 de agosto de 2021

Gloria

Un raudal de interesantísimas historias, referencias, pensamientos y reflexiones, en el más inspirado lenguaje y a la luz del más conservador escrutinio bíblico, tal es Gloria, el tercer libro de la serie que comenzó en 2019, con Gratitud y continuó en 2021, con Grandeza.

De la Biblia a la vida, de la vida a la historia, de la historia a la Biblia, tal es el tránsito que se sigue en la refrescante lectura de esta publicación.

Al presentar este libro se ora para que una rúbrica celestial se escriba en todo aquel que hojee sus páginas, y esa voz de Jesús de Nazareth que, hasta los muertos distinguen, resucite las áreas que se nos durmieron, a veces parece que para siempre. Se ora para que estas lecturas palpiten con noble vida y ayuden a todos a fin de seguir. Se ora para que, por duro que se vuelva el derrotero, el ávido lector cobre vigor, y motivado por las bellas imágenes presentadas aquí cada peregrino sacie su sed.

Si tales cosas se logran, el inmenso esfuerzo que significó escribir, en la gracia y el infinito amor de Dios en Cristo Jesús, valió la pena.

Reciba el Cordero que fue inmolado la gloria que este libro buscó darle. Sea fuerza al cansado y un despertar a todo aquel que duerme.

 

DETALLES

ASIN:  B096TY11B2

Publicación: 13 de junio de 2021

Idioma:  español

Tapa blanda:  330 páginas

ISBN-13:  979-8520229810

Peso:  1.09 libras

Dimensiones:  5.5 x 0.75 x 8.5 pulgadas

Dirección web: http://mybook.to/gloria


jueves, 29 de julio de 2021

El pasado no está muerto

«El pasado no está muerto, ni siquiera ha pasado». Son palabras del narrador y poeta norteamericano William Faulkner (1897-1962), Premio Nobel de Literatura, 1949. Detrás de la honda imagen que el poeta logra hay un sentido de resignación filosófica; y es que, inescapablemente, como humanidad, somos la suma de las influencias que nos dejaron las generaciones que nos precedieron. De muchos modos el pasado vive en nosotros.

No hay capítulo de la Biblia en que esté más patente la idea anterior que en aquel relacionado con el sueño olvidado del rey babilonio Nabucodonosor. Aparece en el libro profético de Daniel. Normalmente, cuando pensamos en los lejanos imperios que vio, estos vienen a la memoria histórica como algo remoto, sin significado ni influencia alguna para el tiempo presente. Babilonia floreció en una ciudad que ya no existe. De Persia hasta el nombre fue borrado. La que fuera lengua internacional griega, solo la hablan hoy día los griegos. Roma, salvo a través de los cambios de factura que aparecen en los viajes turísticos, ¿de qué modo puede significar algo para el hombre moderno? Muchos piensan así, sin embargo, los cuatro imperios, que son cuatro tiempos, cuatro culturas, cuatro concepciones generales de la vida, cuatro cosmovisiones universales, están impresionantemente presentes hasta el final de la historia; perduran hasta el fin; están con nosotros hoy. ¿Cómo? En la gracia de Dios este pequeño libro contestará la pregunta.

 

Dirección web: http://mybook.to/elpasadonoestamuerto

 

Detalles del producto

ASIN:  B095L9LQBH

Editorial:  Independently published (23 de mayo 2021)

Idioma:  español

Páginas:  62 páginas

ISBN-13:  979-8509040801

Peso del Artículo:  4.6 onzas

Dimensiones:  5.5 x 0.14 x 8.5 pulgadas




martes, 13 de julio de 2021

La triste premonición de Flaubert

El novelista francés, Gustave Flaubert (1821-1880), escribió en 1874:

 

Por lo que a mí respecta, estoy asustado de la estupidez universal. Es algo que me hace pensar en el diluvio, y experimento el mismo terror que debieron experimentar los contemporáneos de Noé cuando vieron cómo la inundación invadía sucesivamente todas las cimas. La gente con ingenio debería construir algo parecido al Arca, encerrarse en ella y vivir allí en sociedad (...) llegará un tiempo en que todo el mundo se habrá convertido en «hombre de negocios» (para entonces, gracias a Dios, ya habré muerto). Peor lo pasarán nuestros sobrinos. Las generaciones futuras serán de una tremenda grosería. (1)

 

¿Anunciaba el autor de Madame Bovary, el fin de las artes, y de todas las glorias del pensamiento humano? ¿Sus palabras eran la premonición de la llegada de un tiempos en que un libro no alcanzaría el valor de una pizza? ¿Ya llegó esa era, enmascarada bajo la forma de promover como arte cosas que no lo son, y llamar artistas a verdaderas antítesis de tal expresión de vida? Hace unos meses, en una importante ciudad del país más desarrollado del mundo, estuve un rato, contemplando un montón de alambres retorcidos. Era una obra laureada. El pseudoarte se vende más que el arte… Hagámosle promoción porque llegaron los días de Flaubert: el negocio rige, y decide quién vive, y quien muere. Muera el arte.

Murieron revueltos entre el hambre y la indigencia, escritores como Salgari, poetas como Poe, pintores como Van Gogh, músicos como Mozart. La sombra de los tales nos acompaña hasta nuestros días, en que los nudistas de las «películas de adultos» se levantan solventes, como «genuinos artistas».

Mientras tales cosas pasan, llenan las arcas de los bancos financieros los ágiles cortadores de yerbas, los veloces taxistas y los astutos directores de seguros. Disfrutan las cumbres de la realización económica los ejecutivos de las fábricas de armas. Estos cenan en grupo, junto a los capos del tráfico humano y la droga; by the way, esta última ya es lícita; pronto será «arte» también; ya lo fue una vez, cuando Lennon le cantaba With A Little Help From My Friends [Con una pequeña ayuda de mis «amigos»]. Toda una oda a la droga.

Se han conjurado el negocio y el pseudoarte. Caminan juntos hacia el final de los tiempos. El primero le da nombre al segundo. El segundo engruesa las cuentas del primero. Oscura complicidad; lúgubres contrapesos…

¿En qué punto del camino perdimos el rumbo? Creo que fue en el tenebroso recodo donde dejamos de pensar que, en cada humano, vive un artista, devenido por accidente en financiero idólatra. En ese díscolo torcer del camino dejamos de mirar a aquel que es el Creador de todas las artes, y el inspirador supremo de cada alma. Fue un error de los griegos creer que existían las musas. Dios es la esencia misma del arte en el corazón humano.

Visto así, la única esperanza que nos queda para poder revertir el apesadumbrado sentir de Flaubert es volver a Dios. Así lo dijo la célica voz, en boca del profeta: “…preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él…” (Je. 6: 16).

 

 

 

__________

 

 

(1) Carta de Gustave Flaubert a la princesa Matilde, 8 de junio de 1874. Antología epistolar del autor. Juan Esteva de Sagrera. Artículo: “El boticario Homais”. Offarm. Vol. 23, No. 2, febrero de 2004, p. 156.




domingo, 4 de julio de 2021

Un nuevo texto en Global University para la asignatura Consejería pastoral

El pasado 7 de junio de 2021, se incorporó el libro Escrito está: consejería bíblica y pastoral a la luz de los desafíos éticos contemporáneos, como un nuevo texto de la asignatura Consejería pastoral.

Este texto se publica con estadísticas actualizadas. En él están volcados treinta años de experiencia ministerial del autor como médico, pastor y maestro bíblico. Desde una perspectiva bíblica y conservadora, se abordan en sus capítulos los problemas éticos contemporáneos. Los temas que aparecen en este importante manual son:

    

Adolescencia

Ancianidad

Aborto

Matrimonio

Sexualidad

Eutanasia

Soledad

Depresión

Alcoholismo

Drogadicción

Suicidio

Enfermedad

Muerte

Cremación

Tatuajes

Finanzas

Misoginia

Xenofobia

Racismo

Bioética

Política

Herejía

 

Al final de cada capítulo aparece un programa de autoevaluación, apropiado para ser usado en todos niveles de enseñanza (institutos o universidades teológicas).

 

Detalles del libro

 

Dirección web: http://mybook.to/escritoesta

Libro en rústica: 338 páginas

Idioma: español

ISBN-10: 1092892796

ISBN-13: 978-1092892797

Dimensiones: 5.2 x 0.8 x 8 pulgadas

Peso de envío: 1 libra



domingo, 13 de junio de 2021

Tu dólar pesa más

Me hace bien escuchar a Benny Hinn. Confieso que, a veces, la motivación de oírle ha sido mejorar mi pobre inglés. Tiene, el conocido evangelista israelí, una dicción muy clara, y, como la lengua de Walt Whitman es en él un segundo idioma, lo habla despacio, separando las palabras sin llegar por eso a las molestias sonoras de una voz escandida. En resumen, es idóneo para mi humilde hearing training [entrenamiento auditivo], así es que, ayer, 12 de junio de 2021, una vez más, me encontré oyéndole en directo. A la satisfacción de entender aceptablemente lo que decía se unió una vez más la ministración que hizo a mi espíritu por medio de una gran historia personal. Cuenta el afamado predicador internacional, en el minuto 23: 42 del video que subió a redes sociales que, hace años, su padre, Costandi Hinn, le dijo: “'Dame un dólar de tu bolsillo'. No sabía para qué”, cuenta el pastor Hinn, pero igual se lo dio. A continuación, vio a su padre poner en su mano izquierda un dólar propio. Equilibró los dos en sus palmas, en la derecha el de Benny Hinn y en la izquierda el suyo, y representando los platillos de una balanza hizo descender en su mano derecha abierta el dólar de pastor Hinn. Este último le preguntó: “¿Qué estás haciendo?”. Su padre le dijo suave y reflexivamente: “Benny, tu dólar es más pesado que el mío”; y mientras descendía, el platillo representado en la mano en que tenía el dólar de Benny Hinn, sin que este pudiera entender de pronto qué estaba queriendo decir, le explicó: “Ese dólar que me acabas de dar vino de Dios”, y señalando al suyo, explicó: “Este dólar vino de la empresa para la que trabajo”. Y mirando a su hijo, concluyó sentenciosamente: “Tu dinero es mucho más pesado. Ten cuidado lo que haces con él”. (1)

Nunca el célebre evangelista olvidó la escena. La cuenta en un tono de sensible remembranza. En verdad su relato nos deja una memoria muy gráfica acerca de un tema muy delicado en el ministerio: el uso del dinero cuando viene de Dios.

Muchos son peligrosamente ligeros en el asunto, y la responsabilidad que supone el solo hecho de tenerlo es muy grave. Más que pasarlo por alto, desconocen por completo la importancia de la obra de Dios, de las misiones, los ministerios, las campañas al aire libre, las publicaciones. En Tyler dejaron morir la librería cristiana Life Way. Se los reprocharé mientras viva. Colapsada la sede de las más gloriosas publicaciones de biblias, diccionarios, atlas, devocionales, postales de delicados salmos y cuadros bellísimos de pasajes bíblicos, la librería cerró sus puertas. Los cristianos no la visitaban. A la salida de los cultos los restaurantes tuvieron siempre preferencia. Estos últimos nunca quiebran; se llevan prioritariamente el dinero que nos da Dios.

Muchos, tras llegar inmerecidamente a los Estados Unidos, viven desde entonces como un centro en sí mismos. Por este camino llegan a estar un día en el hospital, gastando en operaciones para un ser querido las decenas de miles de dólares que le negaron desde entonces a Dios, y a su Obra, y entonces se preguntan: “¿Qué he hecho para merecer esto?”. La respuesta es sencilla: cuando usted le roba a Dios otro le roba a usted.

Tengo autoridad moral y espiritual para hablarle a cualquiera, desde el mayor hasta el menor, del tema financiero en la fe. Por quince años mi salario profesional mensual fue el equivalente de $20.00 USD. Diezmaba a mi Iglesia $2.00 USD; le daba a mi madre $4.00 USD; me quedaban $14.00 USD. Con eso sostenía a mi familia, y cada domingo, mis doscientos alumnos de la escuela dominical, muchos de ellos hoy pastores y presbíteros, eran testigos de derramamientos del Espíritu Santo en el sótano en que les ministraba, en la Iglesia pentecostal más importante de Cuba.

Más allá de todo me recuerdo ofrendando a la obra misionera en Nicaragua, comprándoles tetraciclinas, y empacándoles mi juego de ajedrez en caja y papel que tuve que comprar también.

No sé si oyó bien; dije quince años…

Si el tema del dinero es delicado en el miembro común de cualquier feligresía, mucho más lo es en el ministro evangélico. No escasea el celo en pro de lograr ascensos financieros personales. Los dineros propios se defienden muy bien.  Desdichadamente, para muchos, está muerto el celo que tiene que ver con el empuje de la Obra de Dios, y la forma en que se administran los fondos propios dice mucho al respecto.

Escasas preguntas permiten verificar el cuidado que se tiene con el dinero que viene de Dios. Una de ellas puede ser: “¿cuánto le costó el reloj que lleva puesto?”. A veces no será siquiera necesaria la pregunta cuando advierta el brillo de un Rolex enchapado en oro…

Cada dos segundos muere un niño por hambre y enfermedades prevenibles. Este es el mundo en que vivimos, y no respeto a un ministro evangélico que ostente un Rolex, que maneje un Lamborghini, que use la ropa una sola vez, y eche a la basura la comida del día, mientras sus hermanos mueren de hambre. Las aldeanas de las iglesias de Nigeria caminan dos kilómetros a la búsqueda de agua, porque no pueden cavar el pozo en la montaña; perforarlo cuesta $2000.00 USD, los que muchos tienen invertidos en la cadena de oro de 24 quilates que ostentan en el cuello.

Se les ve presumir de una gran fe, a la que atribuyen la supuesta prosperidad en que se regodean. Tal vez de la versión bíblica que utilizan los domingos, fue cercenado el capítulo 2 de Gálatas, donde se relata el encuentro en Jerusalén de Pablo, Bernabé y Tito, con los doce apóstoles. Nunca estuvo reunida en un mismo lugar tanta gente de fe. ¿Recuerda las palabras de despedida? Puede ser que, por mucho tiempo no las haya escuchado predicar. Están en el versículo diez. Pablo, el hombre de los cinco ministerios y los nueve dones, la escribió: “Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer” (Gá. 2: 10).

Los pobres son la parte más olvidada de la Obra de Dios. No hay otra área a la que se le preste menos atención, y más de una vez lo he escrito: los pobres condenan. A veces lo he sido, aun trabajando duro. No hace mucho pedí a un acaudalado ser un pedazo de pan en pago a un inmenso trabajo que hice. Me mandó a decir, con otro no menos acaudalado: “Debe aprender a administrarse”. Justo un año después, el mismo día, del mismo mes, casi a la misma hora, murió.

El compromiso de Dios no es con personas, ni con cargos, ni con «palabras de fe» o «confesiones positivas», mucho menos con «cuentas bancarias». El único compromiso de Dios es con Su Palabra.

Tú dinero pesa. Mira bien lo que haces con él.

  

 

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(1) Benny Hinn. “Living Under an Open Heaven”. https://www.facebook.com/BennyHinnMinistries/videos/489752142327313 

Accedido: 12 de junio de 2021, 4:00 p.m.




domingo, 6 de junio de 2021

No lo suspendí yo, lo suspendió el Espíritu

Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos (Sal. 119: 89).

 

El 5 de mayo de 2016, revisé una monografía, como profesor principal de una asignatura relacionada con un módulo de teología práctica, a nivel de Maestría. Aquel documento cumplía todas las formalidades académicas. Mientras leía con atención me resultaba curioso ver que no tenía errores de redacción. La sintaxis era perfecta y la ortografía, impecable. Sus tres capítulos se desarrollaban a lo largo de treinta y una páginas. Cincuenta y ocho notas al pie daban cuenta acerca de la extensión y el cuidado de la investigación, y todo se completaba al final con dieciocho fuentes bibliográficas, bien integradas.

Todo era perfecto. Me parecía un trabajo ejemplar. Escribí en el margen superior derecho de la portada: «100 puntos», firmé y me dispuse a hacer otra cosa, cuando, de pronto…, se apagó el Espíritu.

Alarmado, me pregunté: “¿¡Qué hice!?”. Solo atinaba a entender que hacía cinco minutos todo estaba muy bien y, de pronto, todo estaba profundamente mal. Algo había pasado. “Señor —le dije— qué mal me siento. Es como si me fuera a morir”. Un susurro profundo se abrió paso dentro de mi espíritu, y me indicó: “Regresa al documento…”. Eso hice. Muy preocupado, me senté, abrí aquel PDF de nuevo y empecé a releer… A los pocos minutos lo pude advertir: penosamente, aquella monografía no tenía un solo texto bíblico. Necesité estar muy ciego para pasarlo por alto en la primera revisión. Avergonzado, declaré suspensa una monografía a la que, cinco minutos antes, había dado cien puntos.

No somos psicólogos, o sociólogos. Somos expositores y estudiosos de la Palabra de Dios. Él la cela, y si nosotros no le damos la importancia que tiene, Él se ocupará de que se la demos. Su altavoz se hará oír, y más vale que lo atendamos: “el es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación” (Jer. 10: 10b); “pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Is. 66: 2b). 

Reviso con mucha compasión cada documento enviado por los estudiantes. Entiendo que, no todos, tuvieron en la vida las mismas oportunidades de prepararse. Algunos trabajan en el campo desde que rompe el alba. Hago lo imposible para aprobarlos y extenderles con amor las mejores notas posibles, pero he llegado a entender que la presencia y el santo escrutinio de la Palabra en un documento teológico y bíblico, es un asunto innegociable. Tanto es así que, a aquel estudiante, no lo suspendí yo, lo suspendió el Espíritu.



sábado, 5 de junio de 2021

Acerca del sintagma «Antes de Cristo», y «Después de Cristo»

El sintagma (1) «Antes de Cristo» y «Después de Cristo», tienen abreviaturas propias (3).

 

La abreviatura para Antes de Cristo es: a. C.

La abreviatura para Después de Cristo es: d. C.

        

Como alternativa secular a la abreviatura «a. C.» (‘antes de Cristo’) se usa el acrónimo ANE o la abreviatura a. n. e. (‘antes de nuestra era’).

Después de Cristo sería el acrónimo NE o la abreviatura n. e. (‘nuestra era’).

 

 

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(1) Sintagma: palabra o grupo de palabras que constituyen una unidad sintáctica y que cumplen una función determinada con respecto a otras palabras de la oración.

(2) Fundéu RAE. Artículo: Antes de Cristo. Después de Cristo https://www.fundeu.es/consulta/a-c-y-d-c-853/ Accedido: 5 de junio de 2021, 10:00 am.

(3) Global University. Guía de formato y estilo de monografías y tesis, p. 28




jueves, 3 de junio de 2021

Cuando se siente más el frío

En algún momento los estudiosos del tiempo advirtieron que la experiencia de frio podía ser mayor que la registrada por los equipos de medición. A esa estimación diferenciada le llamaron sensación térmica. Tardíamente llegaron a tal descubrimiento. Los poetas lo sabían ya. Fueron ellos los que nos ayudaron a entender que:

 

La familia y los amigos tienen calores propios que no los suplantan las más efectivas estufas. Cuando ya partieron los padres, cuando están lejos los hijos, y se está a solas con el recuerdo, no lo dude, se siente más el frio.

Recordar que hubo cosas que, por más que las deseaste, no las pudiste tener; fracasar tras luchar; no haber podido dar a los tuyos un mejor nivel de vida; todo eso aboca el alma a las más penosas hipotermias. Los corazones decepcionados sienten mucho el frío.

La traición es un Ártico desértico. Nada es más pérfido que ese cálculo alevoso que hacen los más cercanos, los que reptaron desde las sombras, hasta llegar a la posición del amigo donde pudieron asestar con mayor eficacia el golpe. Llevaron y trajeron. Sin la más mínima dosis de respeto propio corrieron donde el otro, a contar lo que oyeron… Nadie tiene una culpa mayor. Así dijo Jesús a Pilato: «el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene» (Jn. 19: 11c). Sus discípulos le oyeron decir: «A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido» (Mt. 26: 24). La traición es un cuchillo de hielo. Cuando nos apuñalan con él, más que dolor, se siente frío, un frio inmensurable.

Nada más gélido que la muerte. En lo experiencial no hay frío mayor. En la primera madrugada de diciembre en aquel lejano 1988, fui llamado a la sala Clínica Altos, del Hospital «Calixto García»; era un crudo invierno y había fallecido una paciente; debía expedir el certificado de defunción. Me dirigí entre silencios al alejado cubículo donde estaba la cama. Al llegar vi que se trataba de una anciana. Estaba sola. No tuvo familiares cerca que cerraran sus ojos al postrer suspiro. Las ropas y sábanas estaban deshechas en harapos. Era la muerte, en extraño conjuro con la soledad y la pobreza. Sentí frío. Al pie de la cama oré con la compasión que pude. No puedo recordar qué le dije al Señor. En mi remembranza solo están Dios, la anciana y aquel frío…, aquel frío que no puedo olvidar.

 

Tienen razón los que estudian el tiempo. No importa lo que anuncien los mejores instrumentos, a veces se siente más el frío.