Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad,
se hacen claramente visibles desde la creación del mundo,
siendo entendidas por medio de las cosas hechas... (Ro. 1:20ab).
La naturaleza entera es un lenguaje con que Dios ha hablado a la humanidad. Un Creador tan expresivo y multiforme no puede reducirse a los marcos del lenguaje oral, y el cielo, las flores y el mar, la perfecta organización de la vida, y la increíble disimilitud de cuerpos espaciales que siguen leyes fijas son un mensaje al hombre de amor, equilibrio, justeza y sereno poder.
El hombre, en su ingente necesidad de comunicación, ha recurrido a las más diversas formas y medios. Desde las matemáticas hasta la poesía, desde el frio alfabeto Morse hasta el cálido e inexpresable lenguaje de los enamorados, el caleidoscopio de matices expresivos creados por los humanos, por su riqueza, no cabe en las páginas de ninguna enciclopedia.
Desde su infinita grandeza así sucede con nuestro Dios. El Señor dice al hombre a través de la naturaleza verdades cenitales que jamás les podrán decir las palabras del más completo idioma. Esto es tan evidente que, hace siglos, los hombres decidieron hablar de una teología natural.
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
Muy buen pensamiento.
ResponderEliminarMucho agradezco el tiempo que dedicó a leerlo. Dios le bendiga.
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