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martes, 16 de julio de 2019

El secreto de la serenidad de Jesús

J. Oswald Sanders escribió: “El secreto de la serenidad de Jesús radicaba en su seguridad de que trabajaba según el plan del Padre para su vida, un plan que abarcaba cada hora y hacía previsión para cada contingencia. Mediante la comunión en oración con su Padre, Jesús recibía cada día tanto las palabras que diría como las obras que haría: ‘Las palabras que yo hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras’ (Jn.14:10)” (1).
Es el secreto de una vida con paz. Cuando la voluntad propia se subordina a la voluntad del Padre, que está eternamente en los cielos, y desde Pentecostés derramado en la tierra en la persona de Su Espíritu Santo, hasta el más roto pedazo de nuestro ser cobra armonía con el orden universal de Aquel que es el principio y el fin de todas las cosas. Entonces, y solo entonces, tenemos paz.
Lea en los evangelios la vida de Jesús, y advierta que ninguna contrariedad le desequilibró jamás. Su mente, sentimiento y voluntad estaban adosadas a un plan superior, que nunca lleva a los caminos donde comúnmente esperan a los humanos el fracaso y la depresión.
Encontrar, y seguir el plan de Dios es haber encontrado el equilibrio necesario, el orden perfecto y la belleza de una vida interior que será capaz de resistir todos los avatares que se encuentren en el resto del tiempo por vivir. Por eso Cristo es la meta; su vida no solo es digna de ser imitada, sino que además es la única referencia para un andar en victoria. Él es el triunfo y el sendero claro que lleva al cielo. Así lo dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Jn. 14:6) (2).


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(1) J. Oswald Sanders. Liderazgo espiritual. Michigan: Editorial Portavoz, p. 99
(2) Octavio Ríos. Reflexiones pastorales. Inédito.


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