Fue
en el otoño de 1953. Las hojas de los árboles empezaban a caer. Un refrescante
céfiro anunciaba la clemencia de un tiempo mejor; se descolgaban como gélidos
copos de nieve los últimos meses del año.
Fue
en Quemado de Güines, de la remota Villa Clara. En confeso desasosiego salía
del cabaret un joven. Con rumbo incierto se adentró en las serpenteantes calles
de la ciudad y con su mente nublada por el alcohol, sin saber a dónde ir, echó
a andar. Aquel trayecto no le era familiar. Decidió moverse al azar. Alcoholizado,
destruido y acabado, qué importaba caminar. En los albores de su vida, cuando
todo joven navega los derroteros de la ilusión, se quedó sin fuerzas para
vivir; tres veces lo intentó… Ahorcamientos, envenenamientos… ¡hasta en eso
fracasó!
Alguien
le enseñó que hay un modo lento de morir: ¡el alcohol! ¡Esa sería la fórmula!
La usó una vez más aquella noche. Así andaba, dando tumbos, nublado y oscurecido, cuando
entre sus trémulos y disipados pensamientos, por una hendidura de su mente
ebria, entró de pronto una canción… ¿Era real? Venía de cerca. Parecía una
coral angelical. A fuerza de caminar había venido a dar a las puertas de una
Iglesia. Doscientos veinte hermanos cantaban. Era el Templo de “Los Pinos Nuevos”.
Su pastor se llamaba Mariano Morejón.
Víctor
Hugo dijo que hay instintos para todos los encuentros de la vida. El joven
sintió que allí estaba Dios. Llamó a un diácono y le preguntó cómo hacer para
recibir a Cristo. Oraron, y como se levanta el sol en el horizonte, así se levantó
Dios…, y el joven se convirtió. Su nombre:
Rafael Mendoza. Tenía diecisiete años. Seis meses después estaba predicando.
Nació
el 17 de septiembre de 1936, en Quemado de Güines, Villa Clara. Fue bautizado en
agua en 1955, en la misma Iglesia de “Los Pinos Nuevos”, con el pastor Emiliano
Acosta; este era de Islas Canarias.
Conoció
a Margarita de la Paz Acebo y Dios los llamó al amor. Fueron unidos en solemne
ceremonia en 1960, por el Rev. Secundino Bermúdez, padre del Rev. Otoniel Bermúdez,
conocido pastor de los Pinos Nuevos en la Habana y durante un tiempo Secretario
Ejecutivo del Consejo de Iglesias de Cuba.
Viene
a la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) en 1961, en
Sagüa la Grande, bajo el pastorado del inolvidable Alipio Pedraza. Conoció los
dieciocho años de pastorado del hermano Alipio allí y atesoró sabiamente cada
enseñanza de este histórico siervo de Dios
Conoció
los rigores de una vida difícil. En 1962, trabajando como oxicortador, le cayó
una pared de acero encima. Le dieron por muerto. Dios lo levantó ileso. Trabajó
como albañil, tamalero, obrero de los ferrocarriles. Con las fuerzas de Dios
luchó y venció.
En
1970 comenzó a trabajar como Presidente Presbiterial de los Caballeros en Villa
Clara, al tiempo que era diácono de su Iglesia en Sagua. Frente a la gran necesidad de pastores dio un paso al frente y suplió la carestía
de los tales, atendiendo las Iglesia de Cienfuegos, Santo Domingo, Sagua,
Aguada y Pinar del Río, donde laboró, entre otras, en la muy pobre zona de San
Luis.
A
la par comenzaba en él un mover al ministerio que enrumbaría definitivamente su
vida: el evangelismo. Pinar del Río
conoció su fuerte ministración.
Al
término del ministerio del hermano Alipio allí, se siguió desarrollando, esta
vez bajo el ministerio del hermano Félix Pérez, que le lanza definitivamente al
servicio de Dios en 1976.
Su
ministración comenzó a dar sus primeros pasos por todo Oriente, en la lejana
Baracoa, donde se encontraba para entonces su legendario pastor, el hermano
Alipio; en Santiago de Cuba, donde se encontraba el hermano Manuel González
Dotles; en Ciego de Ávila, bajo los ministerios de Jaime Rodríguez y Luis
Llanes; todo Camagüey, los más diversos y humildes lugares conocieron su familiar
andar, su predicación en tono sencillo y coloquial, su caminar por encima de
los bancos, su tono resuelto y su extraordinaria valentía para enfrentar el
mundo espiritual. Solo era en ciernes lo que con el tiempo devendría en uno de
los ministerios de liberación más poderosos de Cuba.
En
1980, pastorea exitosamente la Iglesia de “El Ciego”, en Jiquiabo, Villa Clara,
donde construyó con indecibles esfuerzos un templo y una casa pastoral. En
1983, recién devuelta la Iglesia de Contramaestre, considerado un lugar
impredecible y peligroso, el Comité Ejecutivo General le pide que pastoree
allí. Fiel a la dirección de la Organización, sostiene el pastorado de
Contramaestre dos años y medio. Durante ese tiempo el reclamo de Dios por su
ministerio evangelístico se sentía crecer. Un día de 1985 transmitió a la
Organización su sentir. Fue aprobado. Había comenzado la segunda parte de su
vida.
Inició
un movimiento nacional. Sus campañas en 1983, en la Iglesia Metodista de
Jovellanos hicieron historia. Era pastor allí Rolando Cañizares. A esto
siguieron las memorables campañas de K y 25 y Santiago de las Vegas. Esta
última se pudo realizar en un terreno aledaño al templo. Recuerda Mendoza, como
un matiz de singularidad, entre los milagros que vio, el de una columna de
hierro de cuyo interior comenzó a brotar en sequía un manantial que escandalizó
gratamente a los allí presentes. Es acreditado ese mismo año como Ministro
Nacional.
Su
vida transcurrió en un incesante ir y venir y en un arduo batallar. El 2 de
febrero de 1989 inicia una campaña evangélica en la Iglesia Evangélica
Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) de Santiago de Cuba, bajo el pastorado
de Manuel González Dotles. El templo permaneció desbordado los seis días que
duró. Literalmente ocurrieron cientos de sanidades en un clima de fe y amor de
Dios.
Pocos
días después, sin tiempo apenas para recuperarse, tiene lugar, bajo su
ministerio una de las más impresionantes campañas evangélicas de toda la
historia: Maffo, 1989. Comenzó el 8 de febrero. Era pastor allí Abel Sánchez.
No es posible calcular el número de miles de personas que se dieron cita; baste
saber que la vialidad de la carretera que desciende del Tercer Frente se vio tan congestionada por la afluencia de público, que fue necesario buscar una alternativa por
la terminal de ómnibus. Cuenta la hermana Marta Rodríguez, miembro de la
Iglesia y vecina de allí, que era tal dimensión de la multitud que ella,
viviendo a solo seis cuadras, tardó una noche una hora y media, en llegar al templo.
Cientos
de conversiones, decenas de enfermos sanándose, paralíticos levantándose,
ciegos recibiendo la vista, el pueblo gritando frenéticamente: “¡pidan el
estadio!”, la situación se hizo incontrolable. El día 13, ante la resuelta
tendencia a crecer el número de miles de personas, que empezaban a llegar de
otros pueblos, las autoridades pidieron a Mendoza que abandonara el lugar.
Tal
vez Maffo preparó el camino a Florida, 1990. Era pastor allí Daniel de Quesada.
No era difícil prever lo que iba a ocurrir. En el segundo día de la campaña, uno
de los paralíticos más famosos del pueblo, un combatiente herido en las guerras
de Angola, se levantó de la silla de ruedas. No quedó otra opción: hubo que
cerrar las calles. Se calculan veintidós mil personas desfilando por allí en
los días de la campaña. Noches con cinco mil almas ávidas y sedientas de
ministración. El gobierno local, entendiendo la importancia que para el pueblo
tenía esta campaña, permitió que se hiciera en un espacio abierto. Es posible
que haya sido en el contexto de los últimos cuarenta años la primera vez que se
permitía una campaña al aire libre. Se concedió un permiso adicional para
predicar toda la semana en el hospital, para bendición de los enfermos que no
podían venir.
Mendoza
recuerda con imborrable impresión el rostro de un niño paralítico de
nacimiento, con siete años, nunca olvidará la noche que se levantó. Esa noche
tres paralíticos, uno detrás del otro, rompieron el orden del lugar, ocurrieron
cientos de empastes, tumores desaparecieron, hernias se redujeron hasta no encontrarse
más, dolores se aliviaron y cientos de vidas cautivas fueron liberadas. Un
anciano de 90 años, ciego, con todas las fuerzas de su alma enardecida,
gritaba: “¡Veo, veo!”.
Aquella
campaña duró once días. Florida tembló visitada por el poder de Dios.
No
existe una denominación en Cuba donde Mendoza no haya ministrado. Hasta la
Iglesia católica le ha recibido en dos oportunidades en la Iglesia del Cristo
de Limpias del Buen Viaje. La práctica totalidad de las Iglesias cabeceras de
nuestra Organización han sido bendecidas por su ministración.
Rafael
Mendoza es un auténtico evangelista de liberación. En una oportunidad le
escuché decir: “Es muy hermoso ver en esta vida a un alma que se convierte;
debe de ser lo más hermoso, pero yo pienso que después de un alma que se
convierte no hay nada más hermoso en este mundo que un alma cautiva cuando es
libertada”.
Dos
veces enfrentó el cáncer en su cuerpo, ocho veces ha estado a punto de morir.
Valiente como pocos, resistió la adversidad ejemplarmente. A las alturas de
su carrera tiene mucho que decirnos sobre la hombradía cristiana y la entereza
en el Señor.
Comparte
con su esposa Margarita la bendición de tres hijas y tres nietos. Su hija, Ana,
junto a su esposo, asume el pastorado de la Iglesia de Cristo en Matanzas. Se
graduó en el mismo curso de seminario que Alejandro Nieto, pastor-presidente de
la Liga Evangélica de Cuba.
De
nuevo en pie, casi convaleciente aún, ministró poderosamente en el Templo
“Palabras de Vida” de Santa Amalia, en septiembre de 2007 y en “Príncipe de
Paz” dos semanas después. Ya se lanza a nuevos horizontes. Ministró Mendoza en los Estados Unidos en innumerables ocasiones durante las
diecinueve veces que ha estado allí. Actualmente vive en Miami. A sus setenta y un
años es una autoridad para dar un consejo a la nueva generación, a quien dice:
“No se dejen arrastrar por las corrientes populares, culturales o sociales. La
Biblia dice que Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Si Él no cambia su pueblo no debe cambiar.
Sin santidad nadie verá al Señor”.
No
es posible condensar en espacio alguno las hazañas que, para el Señor, ha
protagonizado “papá Mendoza”, uno de los pocos hombres de Dios, que sin
buscar hacerlo, ha tejido una leyenda en vida. Cuba le debe un río de milagros y
la sonrisa del niño que caminó, perlando la corona que le espera en la
eternidad.
_____
Nota
El Rev. Rafael Mendoza parte para estar con el Señor en la madrugada del sábado 4 de noviembre de 2023.
La imagen que aparece a la cabecera de este artículo fue tomada por el autor, en el contexto de su pastorado en el Templo "Palabras de Vida" en Santa Amalia, La Habana, Cuba, el 17 de marzo de 2007.
Pastor Ríos: nos hemos gozado con las historias de vida del pastor Pancho Quintero y del evangelista Rafael Mendoza. Se las leí en voz alta a mi mamá que ha perdido la vista, pero no su fe ni su entrega al Señor, y a uno de mis hermanos. Estamos en este momento comentando con gozo estos testimonios, y recordando nuestro tiempo en Cuba, cuando recién se iniciaba ese gran avivamiento. Algo curioso: no sabía que el hermano Mendoza corría sobre los bancos de los templos. Vi hacer esto innumerables veces al evangelista Cruz Vasconcelos, de Camagüey, que realizaba campañas con el hermano José Trenhs. Todos estos, tremendos hombres de Dios. Gracias por publicar fragmentos de su libro. Espero, alguna vez, tener un ejemplar en mis manos. Gracias por esta obra tan necesaria para las Asambleas de Dios, de Cuba.
ResponderEliminarPastora Alba Llanes: me conmueve el interés que le ha despertado la justicia histórica que se les hace a estos invaluables siervos a través de los humildes artículos que hemos compartido. No se acerca el contenido de ellos, ni en sombras, a la importancia del legado que nos dejaron. Tenga Dios misericordia para que en otro momento se pueda hacer un trabajo mejor. Mi esposa y yo le recordamos como a una extraordinaria maestra bíblica, que dejó una memoria muy grata en nuestros corazones. Admiramos su entrega a la obra misionera del evangelio en Latinoamérica. Quiera Dios podamos hacerle un día testimonio personal de nuestro aprecio. Hasta ese día. En el Señor, Octavio y Elízabeth Ríos.
EliminarLa unción del Señor se manifestaba mas cuando Rafael Mendoza corría por los bancos, lo recuerdo era el único. Hombre de Dios muy sencillo
ResponderEliminarCuando visitaba los Estados Unidos, dejaba de predicar 5 minutos antes de los límites de tiempo establecidos por los pastores. Cuando se hospedaba en una casa, estaba sujeto a la familia de la casa. Nunca mostró autosuficiencia, arrogancia, autoritarismo o religiosidad. Por el contrario, solo se distinguía por las maravillas extraordinarias del cielo que lo seguían y su amor, no por su importancia personal. Pero cuando se le pidía que ministrara en una iglesia o en una casa, durante el tiempo que se le asignara para ministrar, se sometía exclusivamente y sin pedir disculpas al Espíritu Santo. Recuerdo que una vez en la iglesia del pastor Luisito Miranda, lo extraordinario se desbordó en cada rincón del lugar. La tía del pastor tuvo que aguantarse al púlpito porque sus pies se movían muy rápido. Una mujer extremadamente gruesa desmayada en el Espíritu se movía como un reguilete hacia adelante y hacia atrás en el piso más rápidamente de lo que le era posible a cualquier adolescente en forma y sin esfuerzo propio. Un joven saltaba extremadamente alto, sobrenaturalmente de alto ... Me gustaría contactarlo si alguien pudiera decirme cómo.
ResponderEliminarAmén lo recuerdo mucho en mi iglesia La voz de fe pudimos se participe de grandes campañas con palabra de Dios de parte de este gran siervo fuimos ministrados poderosamente.Mis más sentidas condolencias para su familia.Mendoza deja un gran legado en de ejemplo de un gran siervo y y un gran evangelista dónde tantas personas recibieron liberación sanidad y salvación.A
ResponderEliminarHoy muy temprano recibimos la triste noticia de la partida de nuestro hermano y amigo Rafael Mendoza. Hace pocos días el hablo con mi esposo de sus planes en visitar por última ves a Cuba y su pueblo en Quemado de Guines.
ResponderEliminarRafael y nosotros nacimos en la misma Iglesia bajo el pastorado del Rev. Alipio Pedraza; juntos transitamos por años en el servicio a Dios y formación ministerial. Recuerdo cómo el cantaba a dúo con mi madre el himno “Al amparo de la Roca”. Como familias de la misma Iglesia, compartiendo bonitos tiempos . Hoy han venido a mi menté innumerables recuerdos de tiempos compartidos junto a Rafael y su amada familia. Sentimos tristeza por la separación temporal de nuestro hermano y amigo, pero sentimos un profundo regocijo por haberlo tenido también como compañero de ministerio, por ser testigos de su fidelidad al Señor. Sabemos que un día nos veremos en las moradas celestiales. Oramos por consuelo y fortaleza de parte de Dios para su amada Margarita y el resto de su familia.
Un hombre de Dios,excepcional un ungido de Jehová. Partio pero lo vamos a recordar hasta que nos encontremos.Inspiró a generaciones y restauró almas. Dios bendiga por siempre a PAPÁ MENDOZA
ResponderEliminarPartio a la gloria un gran hombre de Dios,un guerrero,un vivo testimonio del poder de Dios.Dios bendiga a su familia y ponga abundancia de paz.
ResponderEliminar