José Martí conoció de cerca los trabajos de Carlos Darwin. Acerca de ellos escribió sobradamente, pero a diferencia del naturalista inglés, el célebre escritor cubano miró al mundo con humildad y nunca pretendió jactanciosamente, tener la última palabra en cuanto a los orígenes de la vida; tampoco creyó que hombre tuviera tal prerrogativa. Sobre esto escribió para La Opinión Nacional, el 15 de junio de 1882:
Mientras más pequeño es su germen, más grande aparece su Creador. No hay ofensa al Creador en suponer que hizo el mundo de uno u otro modo, o que desarrolla la vida por uno u otro procedimiento. Cuando los hombres discuten sobre esto, contradicen las opiniones de otros hombres. La palabra de Dios es la naturaleza, y la naturaleza no ha favorecido todavía a hombre alguno con la plena revelación de su misterio. ¡Que aparecen paralelamente y a un tiempo mismo en los seres vivos la vida espiritual y la material! ¡No ha llegado a demostrar eso aún la Historia Natural, ni a sospecharlo siquiera, aunque eso ha de ser lo cuerdo, porque todo ser vivo, aunque imperfecto, está dotado de un suma visible, mayor o menor, de vida espiritual! (1)
Un teólogo conservador rechazaría rápido el desequilibrio que aquí se evidencia cuando se ve a Martí dar más peso a la revelación general (natural) con relación a la revelación especial (la Palabra de Dios), pero, a más de esto lo que llama la atención es la afirmación noble que hace, en la que distingue un espíritu de vida en toda forma de creación. Y a eso llamó «lo cuerdo».
Me pareció precioso. Y al leer a Martí, si lo quiere disfrutar, tiene que saber «entresacar lo precioso de lo vil» (Jer. 15:19).
_______
(1) José Martí. Sección Constante. La Opinión Nacional, 15 de junio de 1882. Obras Completas. T. 23, p. 316.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.