Los católicos culpan a los judíos; los judíos, a los romanos, pero cada ser humano participó de aquella crucifixión. Cada vez que alguien pecó fue responsable de la muerte de Cristo.
Todos tuvimos que ver con el pesado mazo que golpeó los clavos, y con los golpes del flagelo. Cada uno de nosotros fue espina en aquel aro cruento de fibras punzantes con que le coronaron.
Cada uno.
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