Newton tenía una fuerte controversia con Leibniz acerca del papel de Dios en la creación. Este último acusaba al primero de tener una idea muy triste de Dios al estimar que su obra era más imperfecta que la de un buen relojero, que necesitaba dar cuerda continuamente a su reloj para que se mantuviera en funcionamiento. Estimaba que Dios echó a andar el mundo y desde entonces se ha desentendido de él. Navega así el universo por los mares del tiempo y no necesita más sostén que el de las leyes que en un principio Dios colocó. A esa corriente de pensamiento se le llama deísmo. Newton, el genio físico más grande de todos los tiempos, con profunda belleza, defendía la idea de una acción permanente de Dios, Creador de un mundo, cuya actividad alimenta constantemente. Acusaba entonces a Leibniz de reducir el papel de Dios al de Deus otiosus (rey holgazán), que, una vez concluida la creación se retira de la escena.[1]
El lector debe tener cuidado de no confundir deísmo con teísmo. Aunque ambos términos compartan etimología común no son lo mismo. El teísmo es lo contrario del ateísmo; es la creencia en un Dios. El teísta acepta un Dios personal, creador y conservador del mundo, al cual trasciende. El deísmo (del latín Deus que significa Dios) es una creencia racionalista en la existencia de Dios o de un ser supremo, y según sus ideas, Dios creó el mundo, pero no se interesa por él, ni exige que lo adoren. Por lo general los deístas rechazan la religión revelada o tradicional. El deísmo creció en Inglaterra y Francia en los siglos XVII y XVIII. Acerca de él Lord Herbert de Cherbury, John Toland y otros tuvieron gran influencia en Inglaterra, y Benjamín Franklin en los Estados Unidos. Generalmente se asocia al filósofo francés Voltaire con el deísmo.[2]
El deísmo, como corriente racionalista, es confrontado por la Biblia. Esta nos presenta dos verdades importantes acerca de la relación de Dios con el mundo: el primero es su trascendencia y el otro es su inmanencia. Afirmaciones tales como la de Efesios 4:6, donde aparece: «…un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos…» nos señala el hecho de que este está separado del mundo y del hombre, encumbrándose sobre ellos, de acuerdo con la visión del profeta Isaías, capítulo 6, versículo 1. Al leer, sin embargo, el texto entero de Efesios 4:6 nos damos cuenta de que también se resalta con letras de oro la inmanencia de Dios: «…un Dios… por todos, y en todos…», indica que Dios existe en una relación tanto de trascendencia como de inmanencia respecto del orden creado. En ese estar «sobre todos» es el Dios trascendente, e independiente de su creación, autoexistente y autosuficiente, más allá del espacio y del tiempo. Por otra parte, en cuanto existe «por todos, y en todos», es inmanente a su creación (aunque distinto de ella), y esta es enteramente dependiente de su poder para continuar existiendo. Aparece en Colosenses 1:17: «…todas las cosas en él subsisten» y en Hechos 17:28: «Porque en él vivimos, y nos movemos y somos…». [3]
El profeta Ezequiel en su visión inaugural (capítulo 1), hace énfasis en la trascendencia, movilidad y omnipresencia de Dios. Sin embargo, termina el libro con la afirmación de que la nueva Jerusalén se llamará «Jehová allí», recalcando otra vez la presencia local de Dios en el templo reconstruido (capítulo 48, versículo 35). [4] [5]. Los que exageran el primer concepto, el de la trascendencia de Dios, caen en el deísmo, del cual estamos hablando; los que exageran el segundo concepto, el de la inmanencia, caen en el panteísmo. El deísmo aparta a Dios completamente del mundo, mientras que el panteísmo lo absorbe completamente en él.[6]
[1] Ilya Prigogine. «Una nueva convergencia de la ciencia y la cultura». Correo de la UNESCO, mayo de 1988, p. 9.
[2] M. A. Ramos. Nuevo Diccionario de Religiones, Denominaciones y Sectas. Artículo: Deísmo. Biblioteca Digital Libronix 3.0C, Disco compacto.
[3] J, D. Douglas. Nuevo Diccionario Bíblico. Artículo: Creación. Biblioteca Digital Libronix 3.0C, Disco compacto.
[4]W. M. Nelson, Nelson. Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, Biblioteca Digital Libronix 3.0C, Disco compacto.
[5] J., Mc Dowell y D. Stewart, Answers to tough questions: Skeptics ask about the Christian faith, Thomas Nelson, Compact disk.
[6] Myer Pearlman, Teología Bíblica y Sistemática, t. I, p. 50.