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viernes, 2 de abril de 2021

El arte de hacer enemigos

Una vida sin enemigos es muy aburrida, así es que, construyamos algunos, pero ¿cómo tener tan encomiable logro? Ahí va la receta:

 

1. Haga las cosas con excelencia. He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo” (Ec. 4: 4). Mientras usted trabaje mediocremente, como el promedio de la gente, no habrá problemas, pero verá lo que pasa cuando empiece a trabajar bien. Como nadie quiere que usted resalte, los enemigos brotarán de inmediato como la espuma. Recuerde que los mediocres siempre son mayoría. Usted, con su excelencia, estará en desventaja en esa guerra.

 

2. Reciba el halago público de alguien. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores” (Gn. 37: 3). Un halago, una dádiva, un diploma, cualquiera de estas cosas recibidas con deferencia es, con frecuencia, la forma más directa de ir a parar al fondo de un pozo, como el José bíblico. ¿Qué tiempo estará allí?; será breve, no se preocupe; pronto llegará la caravana de madianitas y lo venderán como esclavo...

 

3. Llámele la atención a un escarnecedor. “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca” (Pr. 9: 8a). Se explica solo. Su reprensión a esta clase de ser, a veces necesaria, le colocará de inmediato en la lista selecta de los escarnecidos. El tiempo que estará allí dependerá de cuál sea la memoria del escarnecedor. Suelen tenerla buena, mucho mejor que la de aquellos a los que un día les hiciste algún bien.

 

Si practica estas cosas la vida se le volverá muy entretenida porque pronto tendrá muchos enemigos. Le aseguro que no habrá tiempo para aburrirse.




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