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jueves, 27 de mayo de 2021

Acerca del uso de la primera persona en publicaciones académicas

En general está proscrito el uso de la primera y la segunda persona en publicaciones académicas. A ciertos niveles de acreditación (doctorados en autoridades reconocidas en su campo) se tolera el uso de ese estilo en la redacción, pero, en general, en publicaciones académicas debe evitarse. La Guía de Formato y Estilo, de la prestigiosa Global University, fundamenta con claridad las razones. En la Sección 7. Formato de la tesis | 7.16. Puntos de vista | 7.16.1. Punto de vista de tercera persona, aparece:

 

7.16.1.1. Evite el punto de vista de primera persona. Al escribir una tesis, el escritor debe comunicar objetividad en su estilo de escritura. Así, el escritor debe evitar pronombres personales de primera persona (yo, nosotros) o de la segunda persona (tú, usted, ustedes, vosotros) en sus escritos académicos. Al escribir en primera persona (yo demostraré) comunica una percepción de opinión personal en vez de un hecho. Para evitar esta impresión de opinión, use exclusivamente el punto de vista de tercera persona pasiva. Si es posible, evite también el uso del escritor el investigador en lugar de yo. Aunque estas formas son técnicamente tercera persona, se refieren al autor y por ende está “implícita” la primera persona (1).

 

 

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(1) Linda Honderick, ed. Global University. Guía de formato y estilo. Dirección de descarga: http://es.globaluniversity.edu/PDF/UG-FormAndStyleGuide_ES.pdf




miércoles, 26 de mayo de 2021

Lo que es una investigación

El benemérito Rev. Prof. Donald H. Jeter, de Global University, escribió: “El objetivo de hacer un trabajo de investigación escrito no es que el estudiante ‘enseñe’ a sus lectores, sino que él mismo aprenda, al indagar acerca de un tema nuevo, desconocido. La función de un trabajo de investigación escrito no es enseñar, sino investigar” (1).

Esa es una gran verdad. La mayor parte de las «investigaciones» que recibimos son más bien revisiones bibliográficas de un tema. Eso no es una investigación.

Una investigación es una confrontación con un supuesto que tiene el autor. Ese supuesto es la hipótesis. El investigador espera un resultado, pero existe un margen de dudas, suficientemente grande, como para justificar el esfuerzo de la investigación.

Una investigación es una ponderación de criterios dispares. Sucede las más de las veces que se reciben investigaciones en que solo aparecen las conclusiones de los que piensan desde un lado favorable del asunto. Ese enfoque es más político que investigativo. Un auténtico investigador no debe tener miedo a la revisión de criterios diametralmente opuestos. La iglesia católica por mucho tiempo tuvo una «lista de libros prohibidos». En ella aparecían grandiosas obras de la literatura universal como Los miserables de Víctor Hugo. Era un auténtico dislate que perseguía silenciar opiniones diferentes.

Una investigación es una prueba de honradez. Los resultados pueden no coincidir con las expectativas del investigador. Será probada su capacidad de reconocer una verdad que no esperaba, y su humildad para publicarla. Johannes Kepler suponía que la órbita de la tierra era redonda; al investigar descubrió que era elíptica. «Sobre aquel estoico astrónomo vino una gran decepción. Él quería que la órbita fuera circular, y no lo era. Debía escoger entre la elipse y el círculo; entre la verdad y la belleza. Kepler era honrado, sacrificó su sentido de la belleza en aras de la verdad. Así lo anunció, y se vinieron abajo Aristóteles y Copérnico: la órbita era elípticaEn Kepler triunfó la verdad» (2). Esa actitud es la quintaesencia del verdadero investigador.

Encontrar una verdad diferente a la esperada, fue la desilusión de Juan el Bautista en la cárcel, y de los discípulos de Jesús en las colinas de Betania. En el primero la decepción se transparenta detrás de las palabras: «¿Eres tú el que había de venir…?» (Lc. 7: 19). En los segundos, con aquel «¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?» (Hch. 1: 6). Ambas partes esperaban un Mesías reparador del esplendor davídico. No lo era por aquel camino. Note que, sin embargo, todos murieron en nombre de una nueva verdad que no esperaban, y que, por más que les decepcionó era superior a la que ellos suponían. Sus hipótesis no quedaban demostradas, pero, depositarios de una nueva verdad, todos murieron abrazados a ella.

Hoy, en los doce cimientos del muro de la Nueva Jerusalén, están escritos los nombres de los doce apóstoles (Ap. 21: 14). Juan el Bautista queda para la eternidad, definido por Jesús, como el más grande profeta que haya existido (Lc. 7: 28). Calcule el lugar en el cielo de aquel que fue decapitado, fundido a una verdad que estaba tan lejos de sus supuestos iniciales.

Abrazar la verdad, aunque a veces nos desilusione, no solo expresa sinceridad, virtud, e integridad en el investigador, más que eso, la verdad es la esencia misma de la investigación, y la razón de ser de quien la lleva.  

Investiga en la Biblia, aunque ella termine desarmando tus más íntimos conceptos, y, como escribió Charles Spurgeon, en la página final de Solamente por gracia: «Encuéntrame en el cielo» (3).

 

 

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(1) Rev. Prof. Donald H. Jeter. Comentarios a la Tesis de SS. Archivos de Global University. Mayo de 2021. Usado con permiso.

(2) O. Ríos. “La verdad y la belleza”. Blog «Gratitud». Publicación del 20 de diciembre de 2020 https://octavioriosblog.blogspot.com/2020/12/la-verdad-y-la-belleza.html

(3) Charles Spurgeon. Solamente por gracia. Kregel Publications, 1982. ISBN-13: 978-0825416781.



lunes, 24 de mayo de 2021

Un estúpido con entusiasmo

No son palabras mías. Normalmente no hablo así. Son los términos en que se expresó el compositor, teclista y orquestador cubano, Frank Fernández. Las usó en una entrevista que le hiciera el cantautor y conductor cubano, Alfredo Rodríguez, hace muchos años. Le decía, en una actitud de necesitado desahogo: “Nada peor en la vida que un estúpido con entusiasmo”.

Me pareció innecesariamente hiriente, porque el contexto desenfadado de la entrevista no sugería una idea así. No obstante, andando los años no se imagina el lector cuántas veces lo he vuelto a recordar: “un estúpido con entusiasmo”. De ellos se llena la vida. Proliferan como langostas e invaden las redes, la televisión, la prensa plana y digital, y como tienen gran entusiasmo usted los ve permanentemente allí, diciendo lo que saben decir: estupideces. Denigran al sabio, tienen en nada al entendido, ningunean las "sendas antiguas". El lugar que no les corresponde, para el que no les dotó el Dios de los cielos, ni la vida, lo ocupan con delirante frenesí. Desde allí expiran ya les dije qué, las más acabadas estupideces.

No solo esta especie es un estorbo, también es un peligro en el éxito de todos, porque están atravesados como un palo de caña brava en el río por donde deben pasar los que saben hacer las cosas bien. ¿Porque no se callan y se sientan a aprender? “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio” (Pr. 17: 28a). No, no pueden callarse; recuerde que tienen entusiasmo y el entusiasmo les hace insaciables, y como son estúpidos, adoptan la variante del «estúpido insaciable».

Si con un aplauso se callaran sepa que los aplaudiría efusivamente. Lanzaría grandes vítores al aire, celebrando lo que dijeron, con tal de que terminaran ya, pero eso no serviría; solo exacerbaría el entusiasmo, del que ya están desbordados. Eso solo haría crecer el daño tan grande que ya hacen.

¿Cómo no se dan cuenta de las estupideces que dicen? La respuesta es sencilla: son estúpidos. ¿Por qué las siguen diciendo? Ya lo oyó: les mueve el entusiasmo. “Estúpidos con entusiasmo”. ¿Quién romperá esa cadena…?

Tiene razón Frank Fernández. No hay daño mayor en la vida que el producido por esta especie: “estúpidos con entusiasmo”, eso son.

 




jueves, 6 de mayo de 2021

Ojalá

En mis lecturas de la adolescencia advertí en el cierre de Los náufragos de Jonathan, una expresión de Julio Verne que me pareció lacónica y elevada: “Nosotros moriremos, pero nuestros actos no mueren, pues se perpetúan en sus consecuencias infinitas. Pasantes de un día, nuestros pasos dejan en la arena del camino huellas eternas. Nada ocurre que no haya sido determinado por lo que le ha precedido y el futuro está hecho de las prolongaciones desconocidas del pasado” (1).

Bello. El padre de la ciencia-ficción lo escribe con belleza: “…el futuro está hecho de las prolongaciones desconocidas del pasado”. En este camino de pensamientos somos el futuro de un pasado que se hizo presente. ¿Qué acciones, qué decisiones se organizarían en ese pasado del que somos hijos devenidos? ¿Cuánto de él influyó en lo que somos? ¿No ha sentido la curiosidad? Cada día son más los que se hacen exámenes de DNA para buscar determinar de dónde vienen. El pasado es una pregunta recurrente.

En otro orden de cosas somos el pasado de un futuro por venir. ¿Qué decisiones que tomemos configurarán a esos que están por llegar? A veces me espanta el solo pensarlo. Ojalá y tras nosotros quede un mundo mejor. Ojalá.


 

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(1) Julio Verne. Los náufragos del Jonathan. Libro descargado en www.elejandria.com, tu sitio web de obras de dominio público, p. 513.



miércoles, 5 de mayo de 2021

Es tu protección

La santidad no es una vana presunción. Es, lejos de eso, el más alto muro protector que se levanta en torno al creyente. Tu santidad es tu protección. Todos los días mueren ciento cincuenta mil personas en el mundo (1). Muchos de ellos, tal vez la mayoría, te superaron en inteligencia y solvencia. ¿Qué les pasó a algunos de ellos? Tal vez la ausencia de santidad les quitó la única protección que garantiza la cercanía del ángel. El salmista lo dijo: el formidable mensajero celestial que nos guarda y bendice “acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. ¿Quiere ser defendido por el célico ser?: tema a Dios, respete Su Santidad, llame malo a lo que Él llama malo; llame bueno a lo que Él llama bueno. Viva para agradarle en cada paso que dé, en la medida que ande por la tierra que Él le dio.

La santidad no es reliquia museológica. Nunca fue más pertinente, porque nunca hubo peligros tan expansivos ni pandemias tan patéticas, o tsunamis tan destructivos, con sismos inclementes, y vientos peores de mafias temibles, con narcotráficos legalizados, en un mar de caos moral y colapso espiritual.

El mundo fenece, y cada día es más alta y clara la voz celestial que, como a Lot, dice al hombre moderno: “Escapa por tu vida” (Gn. 19: 17). Todos podemos morir hoy, pero que no sea por el penoso accidente que trae a la vida el pecado.

¿Cuál es el arma más efectiva para escapar de este mar agitado que se traga al mundo? No lo dudes: tu santidad.

 

 

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(1) Jenna Ross. World Economic Forum. “Muertes globales”. https://es.weforum.org/agenda/2020/05/muertes-globales-asi-es-como-covid-19-se-compara-con-otras-enfermedades/ Accedido: 5 de mayo de 2021, 10: 17 PM.