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viernes, 7 de junio de 2019

La sinagoga judía

El surgimiento de la sinagoga señaló y estableció un nuevo centro de adoración. La forma local de congregación se hizo necesaria debido a la dispersión del pueblo judío durante la cautividad babilónica. Aun cuando el templo fue de nuevo construido muchos que no podían acudir a sus ceremonias se congregaban en las sinagogas; éstas les mantenían unidos en el estudio de la ley. Dondequiera que se encontrara la cifra mínima de diez hombres, podía formarse una congregación. El pueblo se reunía en las sinagogas para orar y adorar en el séptimo día de cada semana. En el siglo I hubo en Jerusalén sinagogas que desarrollaban sus actividades armónicamente con las del templo. Aunque en el Antiguo Testamento no se encuentra ninguna mención de las sinagogas, no existe duda alguna de que se desarrollaron en los años que mediaron entre la cautividad y el nacimiento de Cristo.1
La sinagoga desempeñó un gran papel en el crecimiento y conservación del judaísmo. Los judíos de la dispersión fundaron sinagogas en cada ciudad del imperio, llenando el mundo conocido. Era el centro social donde los judíos de una ciudad se reunían semanalmente para saludarse entre sí. Era también el medio educativo para conservar la ley en el corazón del pueblo, y para dar instrucción a los niños, en la fe de sus padres. Sustituía el culto del templo cuando llegar a él constituía un problema por la distancia o la pobreza. En la sinagoga el estudio de la ley ocupaba el lugar del sacrificio ritual, el rabino suplía al sacerdote y la fe de la comunidad se aplicaba a la vida individual. Cada sinagoga tenía como su dirigente al “príncipe de la sinagoga” (Mr. 5:22), a quien probablemente se elegía por votación, de entre los ancianos. El dirigente presidía los servicios en la sinagoga, actuaba como instructor cuando surgían disputas (Lc 13:14), y presentaba ante la asamblea a los visitantes (Hch 13:15).2
Las sinagogas generalmente eran construcciones macizas de piedra, algunas veces adornadas ricamente si la congregación, o el que patrocinaba la construcción, tenían suficiente solvencia. Cada sinagoga tenía una caja de nicho adecuado para guardar el libro de la ley, una plataforma con un pupitre de lector, lámparas para iluminar el edificio, y bancas o asientos para la congregación. En las modernas sinagogas todavía se utiliza casi el mismo equipo que se usaba en las de los antiguos tiempos.3

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1 Merrill C. Tenney. Nuestro Nuevo Testamento: Estudio panorámico del Nuevo Testamento. Edición revisada y aumentada. Grand Rapid. Michigan. Editorial Portavoz, 1989, pp. 108, 109,118, 119.
2 Ibíd.
3 Ibíd.

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