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domingo, 1 de julio de 2018

Justo Regueira Crespo: hombre de avivamientos

Rev. Justo Regueira Crespo





Los que pasearon por las calles de la Alameda, en Pinar del Río, el 9 de marzo de 1952, lo pudieron ver. Era un militar de honor del Ejército Constitucional, impecablemente vestido con el uniforme y las insignias de reglamento. Sostenía sobre la gastada acera, mientras andaba y desandaba sus pasos, un formidable duelo entre el corazón y la razón. Al alcance de su vista se encontraba la Misión Evangélica de las Asambleas de Dios, donde el matrimonio de Ramón L. Nieves y su esposa Lucy, servían al Señor.
Impelido por una fuerza inexplicable prorrumpió finalmente por las puertas de aquella casa, y en pocos minutos, bajo la ministración de Lucy de Nieves, en una atmósfera en que se mezclaron la mirada asustada de los presentes con el perfumado amor de Dios, recibió aquel augusto oficial a Jesucristo como su Salvador. Acababa de convertirse Justo Regueira, un hombre en cuyo ministerio, Dios colocaría uno de los avivamientos más grandes de nuestra historia.
Había nacido el 6 de agosto de 1930. Con 22 años los desórdenes propios de la vida militar no le permitían sentirse una persona consagrada. Las pasiones de la carne lucharon contra él para que no se cumpliesen los propósitos de Dios, hasta aquel memorable 31 de diciembre de 1958, en que fue llevado a hacer una decisión definitiva: el espíritu o la carne, Dios o el mundo. De aquella decisión dependerían los próximos cuarenta y ocho años.
Fue desmovilizado del ejército en marzo de 1959 y empezó a congregarse en la iglesia de la ciudad en Pinar del Río. Era pastor el inolvidable Rev. Ramón L. Nieves.
Una joven llamada Oneida Álvarez Dorta se traslada a servir al Señor, a la localidad km 2 ½ de Viñales; era oriunda de Matanzas. Allí se conocieron; floreció el amor y se casaron el 5 de junio de 1964. De aquel hermoso matrimonio nacieron dos hijas, Débora, y Ana, que ya está con el Señor.
El primer pastorado del matrimonio Regueira fue en Viñales, en el km 2 ½, en 1964. Ministro Nacional en 1968 siente correr por Madruga, y en el mes de noviembre resulta electo. Estaba presente la asombrosa cifra de diez hermanos. Su pastorado allí duró 24 años y un mes.
No puede mencionarse el nombre de Justo Regueira sin vincularlo con uno de los avivamientos más notables de Cuba: Madruga, 1988. Años de sacrificio, esfuerzo y dedicación precedieron y crearon condiciones para que sucediera. El 25 de enero de 1988 respondiendo a una invitación de Justo Regueira el evangelista nacional Leovigildo Cuellar inicia allí una campaña, que duró en total unos quince días. Esto trajo como consecuencia uno de los movimientos del Espíritu Santo más fuertes registrados en la historia de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios): el avivamiento de Madruga.
El despertar al evangelio entre las multitudes duró la práctica totalidad del año. Desde las 4:00 AM llegaban las primeras vidas. El primer servicio debía iniciarse a las 7:00 AM; los siete días de la semana. Se realizaban entre once y doce servicios diarios. Desde todas las partes del país venía la gente sedienta. Miles de matanceros pasaron por allí, hasta el punto que fue necesario fundar una obra en Matanzas.
De las miles de sanidades y transformaciones que ocurrieron algunas han dejado una huella indeleble en la memoria del pastor Justo. Cuenta que una tarde un hombre paralítico, fue colocado por sus amigos en un pasillo. Esa noche predicó bajo el tema “Grandeza de ánimo”, basado en las palabras de Marcos 2:1-12. En el centro del mensaje el paralítico se levantó.
No puede olvidar tampoco aquel niño totalmente desnutrido y desahuciado; oraron por él; Dios obró en su cuerpo. Pocos meses después le vieron sano y robusto.
Decenas de personas que venían a burlarse veían empastadas sus piezas dentarias.
Recuerda singularmente un ciego que era ateo. Su esposa tenía cirrosis hepática y su nuera neumonía. Dios obró en la esposa y la nuera, como el tiempo lo demostró, pero lo que más le impresionó fue que el ciego, habiendo salido aquella noche sin sanidad alguna, en un auto que le transportaba, súbitamente comenzó a gritar: “¡Veo!, ¡veo!, ¡veo las estrellas!” Este hombre recuperó la vista, se convirtió y fue miembro de la Iglesia de la Biblia Abierta de San José, provincia Habana, hasta el día de su muerte.
Justo Regueira es Ordenado en 1991 y junto a su esposa Oneida pastorearon Madruga hasta el mes de junio de 1993 en que se trasladan a atender una obra en la ciudad de Matanzas. Comienzan allí el 1 de junio; muchos de estos hermanos eran fruto del avivamiento de Madruga.
Se jubila en septiembre de 1998.
Actualmente, se desenvuelve en el ministerio evangelístico, con resultados sorprendentes en la Primera Iglesia Pentecostal de Madruga, en Boca de Camarioca, Varadero y Carbonera.
Oneida Álvarez ha sido Vice-Tesorera Nacional de los Ministerios Femeniles y es una excelente predicadora. Por sus muchos años de trabajo abnegado fue incluida en la primera Ordenación de Mujeres de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) realizada en el Templo “Aleluya” de la ciudad de Camagüey, en 2007.
Un consejo a la nueva generación de creyentes por parte de Justo Regueira: “Oren, lean la Biblia y busquen a Dios en serio. Recuerden que el Señor es quien da el Ministerio, cualquiera que éste sea, pero hay que buscarlo de rodillas”.
Quiso el Señor en su gracia y amor conectar para siempre el nombre de Justo Regueira a uno de los movimientos de fe más poderosos de la historia pentecostal cubana: el avivamiento de Madruga.
¡Dichoso aquel bajo cuyo ministerio un ciego pudo ver las estrellas!

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Datos tomados de la entrevista que realizara el autor al Rev. Justo Regueira Crespo, el martes 10 de abril de 2007, en la casa pastoral del Templo "Palabras de Vida", de las Asambleas de Dios, en Santa Amalia, La Habana, Cuba. Imagen tomada por el autor en la misma sede, el 4 de septiembre de 2007 ©

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