El mal existe. Cuando nacimos ya estaba, y crecimos levantando muros de contención para que no nos destruyera.
Con frecuencia lo culpamos y lo usamos como pretexto. Detrás de cada tirador múltiple, de cada asesino en serie, hay uno que dice: «Me hicieron mucho mal». Y no es justo pensar así. Algunos atribuyen a Mario Benedetti haber escrito: «Cómo voy a culpar al viento del desorden que hizo, si fui yo quién abrió la ventana».
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