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sábado, 4 de enero de 2025

Es escribir

Escribir es un acto de rebelión. Nace de la inconformidad con el mundo y cambia la lectura de la realidad. Escribir es proponer un crecer posible al tronco talado y un camino nuevo al reverdecer de sus hojas; es dibujar con palabras universos alternos a la vida sufrida de los hombres.

El nihilismo del escritor no es un suicidio social, todo lo contrario, es una revolución, y el estallido de cada palabra apunta a cambiar el orden de los tiempos. Desde la humilde centella de Exupéry hasta el rayo sublime de Balzac cada obra escrita redefinió el rutilar de las estrellas.

El silencio casi lúgubre del escritor recogido es la calma que precede a la tormenta. No fueron tribunos ni militares los que dictaron el rumbo a la historia; la espoleta que llevó al detonar de la revolución rusa no fue la voz de Lenin, sino la pluma de Dostoievski.

Así dijo el Altísimo a Isaías: «Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre» (Is. 30:8). Los peores enemigos de la fe lo tienen que reconocer: la Biblia cambió el mundo para siempre.




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