Qué esquela poética esa de Benedetti: «...a la ausencia no hay quien se acostumbre / otro sol no es tu sol / aunque te alumbre».
Personas que nunca se debieron ir, como los padres, los hermanos o los amigos más queridos se llevaron consigo un calor, que no puede volver.
Sabor de las comidas de una madre; seguridad en el regazo de un padre; correrías tempranas en las aventuras con los hermanos y los amigos.
Los soles que llegan, por nobles que sean, nunca alumbrarán igual.
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