La Biblia afirma en II Timoteo 3:16: “Toda la
Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia”. También puede leerse en II de Pedro 1:21: … “porque nunca la profecía fue
traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo”. Los estudiosos de la Biblia definen la
inspiración como la obra del Espíritu Santo de Dios, que hizo a los autores escribir sin
error.[1]
Igual que un director dirige cada instrumento de la orquesta, y estos dan el
sonido según su naturaleza, la flauta como flauta y el piano como piano, así el
Espíritu Santo guio a hombres de Dios, campesinos, poetas, reyes, cada uno
según su cultura, en la escritura de la Biblia. Toda la Biblia es inspirada por
Dios y no solo una parte de ella. ¿Tenemos evidencias de esto? Deténgase en el
análisis de las siguientes:
a) Su asombrosa unidad. La Biblia no se
contradice a pesar de que fue escrita a lo largo de más de 1600 años, en el
transcurso de 60 generaciones, por más de 40 autores, de las más diversas
ocupaciones: médicos como Lucas, reyes como Salomón, campesinos como Amós,
profetas como Oseas, pescadores como Juan, hombres de las más diversas culturas
y extracciones sociales participaron en el proceso de su escritura. Ésta se
realizó en las más diversas condiciones: un desierto para el Éxodo, la cárcel
en II de Timoteo, la lujosa Persia para el libro de Ester, la inhóspita isla de
Patmos para el Apocalipsis.[2][3] Sea la circunstancia que fuere, o el lugar, la Biblia no se contradice y gira
en torno a un tema central: Jesucristo. Cristo es el centro y el corazón de la
Biblia.[4]
b) Su indestructibilidad. La Biblia ha sido el
libro más perseguido de toda la historia. En el 303 d.C. el emperador romano
Diocleciano creyó que las había destruido todas, e hizo un monumento sobre las
cenizas de una Biblia quemada, donde se podía leer: “El nombre cristiano está
extinguido”. Veinte años después el emperador Constantino ofreció una
recompensa por cualquier Biblia que hubiera quedado. Aparecieron al instante
cincuenta ejemplares. Los papas, a lo largo de la historia, se opusieron a la
circulación de la Biblia. Por solo citar un ejemplo, en 1199 Inocencio III
ordenó que se quemaran todas. El filósofo francés Voltaire, por su parte, dijo:
“Un siglo más y no quedará Biblia sobre la tierra”. A cincuenta años de su
muerte se colocó una imprenta para la edición de Biblias en lo que fuera su
casa.[5]
José Stalin, finalmente hizo increíbles esfuerzos para desaparecer la Escritura
de la Unión Soviética. Hoy día Rusia tiene una iglesia poderosa. En 1994 el
primer ministro ruso Yevgueni Saburov[6]
dijo: Es realmente increíble lo que está pasando hoy en este lugar. Estoy
profundamente agradecido a Dios por su intervención divina (…). En el pasado la
Biblia llegaba por contrabando como si se tratara de una “bomba”. Ahora, nos
ayuda a glorificar a Dios.[7]
c) Su poder transformador. La Biblia ha
transformado la vida de millones de personas. En I de Tesalonicenses 2:13
aparece escrito: “Por
lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando
recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como
palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa
en vosotros los creyentes”. La Palabra de Dios ACTÚA; de ahí se
desprende su papel transformador. Cuenta Gaylord Kambarami, presidente de la
Sociedad Bíblica de Zimbabue que, mientras se repartían ejemplares del Nuevo
Testamento en las cárceles de allá, un preso, nada interesado en el evangelio,
le pidió uno. Este hombre de Dios sospechó que lo quería para hacer papel de cigarro,
aprovechando el material fino de las páginas, y así se lo dijo al preso, el
cual le confesó que, efectivamente, lo quería para ese fin. Hicieron entonces
un singular trato: “Te dejo un ejemplar con la condición de que antes de
fumarte cada página… ¡la leas!”. Sorprendido el preso ante tal propuesta aceptó
y, aburrido por el ocio, comenzó día a día a cumplir la palabra dada al pastor.
Pasaron las semanas; fumó completo el evangelio de Mateo, fumó luego Marcos,
fumó Lucas, comenzó entonces a fumar Juan, pero, cuenta el preso, hoy día
convertido fiel que, cuando llegó a Juan 3:16, ya no lo pudo fumar. Allí dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para
que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna”. En este
lugar de la Escritura este hombre fue transformado por el poder de la Palabra
de Dios.[8] Jeremías 23:29 dice: “¿No es mi
palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?”
d)
Su inagotabilidad. La Biblia es como un
manantial cuyas aguas no se agotan. Ha sido y es fuente de inspiración y fuerza
para los hombres. Todos los días millones de personas abren sus páginas y
encuentran nueva revelación de Dios en sus corazones. Un mismo pasaje puede ser
leído una y otra vez, para siempre encontrar en él algo nuevo y refrescante que
vitalizará áreas dormidas de nuestra alma. “Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón” (He. 4:12).
e) Sus profecías cumplidas. La prueba de fuego de
cualquier religión es su capacidad para predecir el futuro. En esto la Biblia
es, al decir de Harold Willmington, “la reina suprema”. La Biblia se ha
anticipado cientos de años al cumplimiento de las más asombrosas profecías: el
orden de los imperios mundiales que aparece en el libro de Daniel, esto es:
babilónico, medo-persa, griego y romano es algo tan asombroso que la crítica
contemporánea lucha para colocar a Daniel profetizando mucho después del tiempo
en que lo hizo con el propósito de explicar racionalmente cómo lo pudo hacer.
La destrucción de la ciudad de Tiro aparece en el libro de Ezequiel descrita
hasta en el último detalle, permaneciendo como un verdadero desafío el hecho de
que nunca sería reconstruida. En Isaías 44:28 Dios llamó al rey Ciro por su
nombre, y predijo que este rey permitiría a los judíos reedificar el templo de
Jerusalén ¡176 años antes de que esto ocurriera! Las profecías que describen
los últimos tiempos son tan asombrosas que aun los incrédulos las miran con
curiosidad. Juzgue usted mismo. En Mateo 24:3-13 se lee:
Y estando él sentado
en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del
siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a
muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad
que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es
el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra
reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y
todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os
matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros
se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor
de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste
será salvo.Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Quizá la profecía más asombrosa de la Biblia sea el regreso
de Israel a su territorio, después de diecinueve siglos de dispersión. En
Ezequiel 1:9 se lee: “…pero
si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,
aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os
recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre”. Y
en Amós 9:14, 15 aparece: “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las
ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de
ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los
plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les
di, ha dicho Jehová Dios tuyo”. Estas profecías,
unidas a un sinnúmero más que anunciaban a las claras el regreso de Israel a su
territorio eran tan poco posibles en cuanto a cumplirse que los cristianos de
finales del siglo XIX proponían una interpretación figurativa para estos
pasajes. Después de grandes tensiones mundiales el 14 de mayo de 1948 se
anunció el resurgimiento del Estado de Israel. El resto de la historia es bien
conocida, el mundo árabe ha hecho lo imposible para desalojarlos de allí. No
solo venció Israel en cada guerra, sino que además se ha fortalecido
extraordinariamente.
f) Su asombrosa circulación. La Biblia fue el
primer libro que se tradujo (Septuaginta, traducción al griego del Antiguo
Testamento, 250 a.C.) y es el libro más traducido del mundo. En 1804 había sido
llevada a 67 idiomas. En 1850 a 200, y a finales del siglo XIX se llegó
vertiginosamente a la cifra de 500 idiomas. En los próximos 50 años se
alcanzarían los 1000. Según datos de las Sociedades Bíblicas Mundiales la
Palabra de Dios, en porciones o en su totalidad, ha sido llevada actualmente a
más de 2300 idiomas y dialectos en un colosal esfuerzo de circulación para que
las Sagradas Escrituras estén al alcance de todo el mundo, en un idioma que las
personas puedan comprender. Continúa siendo para las Sociedades Bíblicas un
desafío el hecho de que existen más de 6500 idiomas registrados en el mundo.[9]
Muchos de estos se hablan solo en comunidades indígenas pequeñas y aisladas. Se
espera que en los próximos años el esfuerzo misionero logre aumentar la cifra
de lenguas en las cuales pueda leerse la Palabra de Dios. Nótese, sin embargo,
que ningún libro de la tierra ha sido llevado a tantos idiomas y puesto al
alcance de tantos pueblos. La Biblia es el libro común de todas las bibliotecas
del mundo. Fue además la Biblia el primer libro que se editó en la imprenta que
hizo Gutenberg[10] y el
primero llevado al cosmos en microfilm.[11]
El 21 de julio de
1969 Neil A. Armstrong, como comandante de la misión lunar Apolo 11, fue
la primera persona que pisó la Luna.[12]
Allí se leyó Génesis 1:1.[13]
g) Su influencia universal en la civilización. La
civilización occidental está fundada sobre la Biblia.[14]
Las escuelas y hospitales son ‘inventos’ cristianos devenidos del mensaje de
amor y compasión del evangelio hacia la humanidad.[15]
La Biblia elevó a los salvajes de las Islas Británicas al orden y la decencia,
casi terminó con la antropofagia en África y las Islas del Pacífico, dignificó
a la mujer y promovió las medidas universales de protección a la infancia y a
la ancianidad. El nacimiento de Cristo determinó nuestra era. La Biblia ha influido y casi dirigido el
avance de todas las artes; sea la literatura en Shakespeare, Milton, Kipling,
Carlyle, Tolstoi, Dostoievski y Víctor Hugo; sea la pintura en Rembrandt,
Rafael y Miguel Ángel; sea la música en Mendelssohn, Beethoven, Handel, Haydn o
la de Juan Sebastian Bach, que fue un ardiente luterano que dedicó todo su
genio a la música de la iglesia y previó toda la idea musical importante que ha
surgido desde su época. Sea en un sentido o en otro la Biblia ha penetrado y
dirigido la marcha de toda la civilización contemporánea. El llamado Derecho
consuetudinario inglés, la Declaración de Derechos, la Carta Magna y la propia
Constitución de los Estados Unidos tienen su fundamento en la Biblia.[16]
h) Su vigencia. Más que nunca la Biblia está
vigente. El corazón de los hombres ha sido el mismo en todos los tiempos. La
necesidad de amor y perdón, el miedo y el sentido de desamparo, el dolor y la
incertidumbre de la muerte, la necesidad de un salvador y el consuelo fortalecedor
de la vida eterna son principios inamovibles en el alma de todos los hombres.
Estos temas son ejes en torno a los cuales giran las páginas de la Biblia. El
hombre de los tiempos modernos no siente menos la necesidad de un Salvador que
el hombre de los tiempos antiguos. Winston Churchill (1874-1965), político
y escritor británico, primer ministro (1940-1945; 1951-1955) y premio Nobel de
Literatura (1953), una de las figuras históricas más importante del siglo XX,
es conocido por el valor transmitido a su pueblo durante la II Guerra Mundial,
cuando todo parecía perdido.[17] Él, que
vivió momentos de tanta incertidumbre, dijo: “Descansamos con seguridad en la
roca firme de las Sagradas Escrituras”.[18]
[1] J. Oliver Buswell, Teología
Sistemática. Edited by LOGOI. Vol. III. III vols. Miami, Florida, 1983.p. 176.
[2] Harold Willmington, Auxiliar
Bíblico Portavoz, Grand Rapid, Michigan: Editorial Portavoz, 1995, pp. 807,
808.
[3] Josh McDowell. Evidencia que
exige un veredicto. Miami: Vida, 1982, p. 18.
[4] Henry H. Halley, Compendio
manual de la Biblia. Editorial
Moody. 19 ed., s.a., p. 20.
[5] McDowell, Evidencia, p. 23.
[6] Artículo: “Crimea”. Microsoft®
Encarta® 2007 [DVD].
[7] Melvin Rivera Velázquez, “Biblia y actualidad”, p. 5.
[8] José López, Conferencias, p. 2.
[9] Artículo: “La Biblia ha sido traducida a más de 2300 idiomas”,
Servicio Ecuménico de Noticias, No. 216, 10 de agosto de 2000.
[10] Artículo: “Biblia de Gutenberg”, Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft
Corporation.
[11] McDowell, Evidencia, p. 27.
[12] Artículo: “Neil Alden Armstrong”,
Microsoft ® Encarta ® 2009.
[13] McDowell, Evidencia, p. 27.
[14] Willmington, Auxiliar Bíblico,
819.
[15] Earle A. Rowell, El libro
invicto, n/p.
[16] Willmington, Auxiliar Bíblico,
p. 819.
[17] Artículo: “W. Churchill”, Microsoft ® Encarta
® 2009.
[18] Willmington. Auxiliar Bíblico, p. 796.