Leer tiene un efecto subversivo. Aún la lectura de los textos más conservadores o estabilizadores trae a la vida del lector impulsos renovadores en su visión del entorno.
Leer es pensar y no hay nada más subversivo que hacerlo. Los grandes dictadores lo saben y luchan desde su instauración en el poder a fin de controlar todo lo que se publica. Lo que ignoran es el potencial subversivo que también tienen las lecturas que promueven, porque toda acción de leer supone el ejercicio de disentir, y ese es el camino más seguro hacia la subversión.
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