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domingo, 28 de abril de 2024

Valores

Mientras los reconocimientos, premios, vítores y aplausos no estén dirigidos a realzar valores.

Mientras los tales estén en funciones de adular a gente con cargo.

Mientras se polaricen hacia amigos o depositarios de simpatías personales.

Mientras se proyecten hacia personas que pueden devolver favores.

Mientras no se evalúen los valores, sino la dimensión del arca que se tiene.

Mientras lo que se coloque en balanza sean los intereses del que premia y no los auténticos valores del premiado.

No importa lo reputada que sea una organización, estará perdida.

«Madera, heno, hojarasca...» (I Co. 3:12); eso sembraron.

«Gloria de los hombres no recibo» (Jn. 5:41). Así dijo Jesús, el único héroe que ha existido.




lunes, 22 de abril de 2024

En total desacuerdo con Fernando Birri y Eduardo Galeano

¿Qué son las utopías?; modelos que funcionan como horizontes, que pretenden comunidades imaginarias, homogéneas e ideales; en una humanidad tan heterogénea...

Utopía..., su propia etimología es antitética; significa «no lugar», «lugar inexistente»

Es extraño que tal cosa reciba el elogio de algunos. El finado escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano (1940-2015) contó una vez:

 

Me ocurrió en Cartagena de Indias, hace ya algún tiempo, cuando estaba en la Universidad dando una charla junto con un gran amigo, un director de cine argentino, Fernando Birri, y entonces (...) un estudiante se levantó y preguntó: «¿Para qué sirve la utopía?» (...), y él contestó estupendamente, de la mejor manera; dijo que la utopía está en el horizonte, y dijo: «Yo sé muy bien que nunca la alcanzaré, que si yo camino diez pasos ella se alejará diez pasos; cuanto más la busque menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco. Buena pregunta, ¿no?, ¿para qué sirve? Pues la utopía sirve para eso, para caminar...» (1).

 

Parece una reflexión ingenua, con cierto matiz poético, si no fuera porque la humanidad ya conoce a dónde la llevó andar en la dirección en que la empujaron las utopías, el elevado costo de andar por un camino errado. En nombre de las utopías se instrumentaron todas las ingenierías sociales que costaron la vida de miles de millones de personas. Desde imperios cargados de rancia vanidad, pasando por revoluciones sangrientas y totalitarismos satánicos, las utopías no hicieron más que desbordar un oscuro mar de vidas truncadas, familias destruidas y alegrías apagadas. Desde los proyectos de la Torre de Babel y las pirámides de Egipto atravesando Roma y extendiéndose a todos los fascismos; desde los primeros que se creyeron en el derecho de dirigir la vida de los demás hasta los contemporáneos acaparadores del poder de izquierda, centro y derecha, en todos se transpira el pérfido olor de las utopías; fueron de hecho movidos por ellas.

Utopía..., es tarde para hablar así. Desde 1516 en que Tomás Moro usó el término, hasta hoy, la humanidad aprendió que, de utopías, está trillado el camino al infierno. Nada es más antibíblico. El hombre más sabio de la tierra, el rey Salomón, escribió: «Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios» (Ec. 5:7). 

«Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová» (Jer. 17:5).

La utopía es una paráfrasis de Satanás: él pretendió ser igual a Dios; ese fue su sueño. Igual lo será en la proposición que hará el Anticristo. En la pretendida ovejunización del hombre que impone su Agenda Globalista están trastocados los valores más esenciales de la humanidad; todo en función de una utopía: la construcción de un mundo sin Dios.

En total desacuerdo con Fernando Birri y Eduardo Galeano. En total desacuerdo con las utopías.

 

 

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(1)     Eduardo Galeano. «¿Para qué sirve la utopía?» https://fb.watch/rBrq2EH7it/ Accedido: 21 de abril de 2023, 7:49 p.m.




domingo, 21 de abril de 2024

Qué síntesis son los pueblos

Frente a los pronunciamientos contemporáneos de los que exigen a España un pedido de perdón con relación a hechos que ocurrieron en México hace quinientos años, o de los que, en el otro extremo, reclaman ser herederos ideológicos de los colonizadores, qué comprensión muestran las palabras del periodista y escritor mexicano Salvador Borrego (1915-2018), cuando describió su percepción de lo que es la síntesis histórica en la construcción de un pueblo. Él escribió:

 

No somos prolongación del Imperio Azteca y es torpe e irreal que nos juzguemos desposeídos de sus logros. Aquéllos no éramos nosotros, aunque algo llevamos de ellos. E igualmente ocioso es suspirar por la grandeza de la colonia (virreinal); México fue entonces el primer centro político, económico y cultural de América, pero principalmente por obras de españoles, y aquéllos tampoco éramos nosotros, aunque algo llevamos de ellos. Con el nombre de México no podemos designar ni al Imperio Azteca que sucumbió con la Gran Tenochtitlán, ni a la Nueva España que desapareció con la Independencia. México es la resultante de esas dos fuerzas y su evolución hacia la plenitud se realiza a medida que sus hijos adquieren conciencia de su nueva nacionalidad [1].

 





[1] Salvador Borrego E.  América Peligra: 600 años de azarosa historia. 24 ed. México, 2010, p. 8.



domingo, 14 de abril de 2024

Acerca de la gran Convención de Misiones, 2024, en «Casa de Oración».

«Dios tuvo un Hijo, y fue misionero». Así dijo un día, el más grande misionero británico para el África del siglo XIX David Livingstone (1). En efecto, las misiones cristianas están en el corazón mismo de la Biblia. Desde el llamado a Abram a dejarlo todo y moverse desde el lejano Harán a la tierra donde serían benditas por él «todas las familias de la tierra» (Gn. 12:3), hasta el llamado que hiciera el Señor Jesús a sus discípulos con relación a serles testigos (mártires) «en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hch. 1:8), la Biblia se llena de misiones. Estas vienen a ser la razón misma de la presencia de la Iglesia en la tierra. 

Para ninguna congregación evangélica de los Estados Unidos esta verdad viene a ser más conmovedora que para la Iglesia «Casa de Oración», en Longview, Texas, que este 2024 una vez más se vistió de gala para celebrar su Convención Misionera, bajo la noble dirección de sus Pastores, los entrañables Revs. Agustín y Mere Campos.

La Convención Misionera de «Casa de Oración» es un evento grandioso al que esta congregación presta mucha atención. Este año se celebró, en la gracia de Dios, entre el viernes 12 y el domingo 14 de abril, y contó con la presencia, como invitado especial, del misionero norteamericano a Uruguay, Steve McCarthy, expositor bíblico alto, dinámico, ameno, de mirada limpia y hablar fluido. Su testimonio ministerial y la clara presentación de la Palabra de Dios enfocada a misiones dejó entre nosotros las más gratas memorias. McCarthy sirve al Señor en la tierra suramericana junto a Jill, su esposa, y sus tres pequeños hijos. La familia toda está dedicada al levantamiento de Templos en esta difícil nación donde el agnosticismo permea los aires espirituales suponiendo un desafió no pequeño a la expansión del Evangelio.

El sábado 13 fue una jornada especial. A las 5:00 a.m., antes de despuntar el alba, unos setenta hermanos se congregaron en un poderoso culto de oración; allí los aires se cargaron con la adoración, los ruegos y las súplicas en el Espíritu, en favor del mover misionero de la grey. Fue un amanecer precioso que se extendió hasta las 7:00 a.m. Toda la mañana se mantuvo un fluir de familias que iban y venían apoyando más allá de lo posible todos los detalles de la Convención.

El culto de la noche comenzó a las 7:00 p.m. con un sentido devocional, dirigido a preparar los corazones de todos a la escucha motivadora de la Palabra de Dios. El misionero McCarthy hizo la lectura de Hechos 9, que versa acerca de la conversión y comienzo ministerial de Pablo, haciendo girar una poderosa meditación en el versículo 25: «Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta». La aplicación de este texto a las misiones fue impresionante. McCanthy toca un aspecto que para todos ha sido intrascendente en la lectura de este pasaje, y es respecto a aquellos que ayudaron al apóstol Pablo a salir de la ciudad, los que arriesgaron sus vidas en la noche, alrededor de la muralla vigilada, y sostuvieron las sogas que permitieron descender la canasta en que fue puesto a salvo quien sería el apóstol Pablo. Para McCarthy esos que sostuvieron las cuerdas son como los que ayudan a que sean posibles las misiones. De aquellos hombres no sabemos nada; no constan en el registro bíblico sus nombres, edades, gustos, preferencias; pero qué importantes fueron. De sus asistencias dependió la historia siguiente del más grande apóstol a los gentiles. Todos los que apoyamos misiones, los que no podemos ir a Uruguay, Haití o Tailandia, somos como esos que sostuvieron la canasta que transportó a los nuevos rumbos misioneros al apóstol. Qué gran verdad.

El domingo 14 fue un día grandioso que culminó con una fiesta de amor ágape, y una gran comida, que hizo comunión entre los hermanos. La Pastora Elizabeth Marines, comentando en la sobremesa acerca de la resonancia anual de este magno evento, con una nota de buen humor, aplicó a los Pastores Campos las palabras de la reina de Sabá a Salomón: «pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad» (I Re. 10:7). El misionero Steve McCarthy, muy emocionado, dijo: «He estado en cerca de mil convenciones misioneras y nunca vi algo tan impresionante». La Revda. Dra. Elízabeth de la Cruz, resumió: «Para todos los que estuvimos presentes dejará este evento la más honda y conmovedora memoria».

McCarthy fue despedido con amor y alegría. Su testimonio tuvo un efecto inspirador y resaltó entre todos la vigencia de aquellas palabras tan verdaderas, enmarcadas mundialmente en todos los departamentos misioneros, donde se lee: «La misión se hace con las rodillas de los que oran, los pies de los que van y las manos de los que dan y sirven» (2).

Volvamos los ojos misioneros a la hermosa tierra de Uruguay; reciba la familia McCarthy todo el apoyo espiritual y económico que podamos darle en su noble misión de levantar templos; cubramos de oración su floreciente ministerio y unamos fuerzas para que el Evangelio del amor y la gracia de Dios en Cristo Jesús alcance hasta el último rincón de esa preciosa nación por la que Cristo también murió.

 

 

 

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(1) Josué Yrion. Heme aquí, Señor, envíame a mí. Nashville: Editorial Caribe, 2004, p.141.

(2) Octavio Ríos. Alas en el corazón. Tyler: Independent Publishing, p. 262.




sábado, 13 de abril de 2024

Mucho han vivido...

Mucho han vivido las madres. No les cuente la edad según el calendario; ellas vivieron los días de sus hijos, sus esposos...

Mucho viven el médico verdadero, el estadista dedicado, el líder auténtico.

Mucho han vivido los que intercedieron por otros, los que llevaron cargas, sinsabores o sueños, y fueron donde Dios, en oración, en favor de sus amigos, con el corazón embargado de tristeza, a la búsqueda de una vida mejor. Preciados intercesores; aprendieron a orar por algo más que el pan propio.  

Ama Dios a estos seres de larga vida, y los busca como preciadas herramientas de bien: «Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra...» (Ez. 22:30).

Mucho vivió el Señor Jesús. No resuma en treinta y tres años su vida. Él llevó al mundo en la Cruz. Sus días no pueden ser contados; es, de hecho, el Eterno...



domingo, 7 de abril de 2024

Fueron sus lágrimas

Mucho más que las de Jeremías, las lágrimas de David llenan la Biblia; humedecen todavía los salmos que escribió.

Pocas personas impactaron más la historia siguiente de sus pueblos, o llegaron más lejos en respaldo y bendición. A nadie hizo Dios promesas más grandes: «Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo: para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones» (Sal. 89: 3, 4).

¿Dónde estuvo el secreto de aquel inamovible rey? ¿Cuál fue el egregio camino seguido para tan resonante victoria? ¿Sus destrezas militares? ¿Sus hábiles alianzas? «Pasos a seguir», «claves secretas», «métodos para llegar a la meta»; ¿le suenan familiares estas expresiones? ¿Tienen algo que ver con la vida del quien fuera el regio militar y a la par el «dulce cantor de Israel»? (II Sa. 23: 1). ¿Qué le llevó a ser el más grande rey que tuviera tan significativo pueblo? Hay una sola respuesta: sus lágrimas. Frente a los graves desvaríos de su vida, desatinos, mentiras, violencias, ellas expresan una sola cosa: el más genuino arrepentimiento. Este último vino seguido de aprobación, restitución y triunfo.

Tres consecuencias tuvieron para David aquellas lágrimas: «se fortaleció en Jehová su Dios» (I Sa. 30: 6); encontró siempre «el camino de regreso» (Lc. 15: 18); fue aprobado por Aquel que es el único Juez de todas las acciones de los hombres (Gn. 18: 25).

Todos pueden repetir hoy de memoria el Salmo 23, aun los impíos. Sepa, sin embargo, que el hombre que escribió aquellas palabras supo hacer algo más que arrancar del arpa notas liberadoras, lanzar la piedra infalible a la frente de Goliat, derrotar filisteos y amalecitas, o expandir las fronteras de Israel a límites no alcanzados; más allá de esto supo hacer algo determinante: llorar con el más genuino arrepentimiento en la presencia de Dios. Allí fue aprobado.