Translate

sábado, 9 de diciembre de 2023

Sé feliz

Tuve una contrariedad grande ayer, mientras manejaba a las 6:00 a.m. por una peligrosa interestatal de Texas. Me ensombrecí tanto... «Qué rara es la felicidad duradera», así pensé, cuando, inexplicablemente, vi en el recuerdo una lejana escena; se trataba de una evocación rara: mis padres hacían fila toda la madrugada, el 6 de enero de cada año, para que, al pie de la cama amanecieran los tres juguetes que se podían adquirir; eso hacían. Con la nitidez de una visión vi sus rostros, esperando mi impresión al despertar, y el alivio que sentían cuando me deslumbraban el brillo y el olor del juguete nuevo, el abrazo que daba a aquella sorprendente carriola o a la espigada cerbatana plástica. En una clara remembranza aparecieron sus sonrisas complacidas y respiraciones aliviadas.

No entendí a qué venía aquella memoria, tan desconectada de lo que acababa de pasarme, cuando el Espíritu habló a mi pobre espíritu: «¿Qué habrían sentido ellos si hubieras mirado con menosprecio a aquellos juguetes?». Apareció de pronto la Cruz, y empecé a entender, porque Cristo murió no solo para que tuviéramos salvación; Él murió también para que el Espíritu Santo descendiera; sin la asistencia del Espíritu Santo nadie podría venir a Él y nacer de nuevo. La plenitud y llenura del Espíritu llevan a la salvación, renovación y reparación. Ahí me quedé cuando, como en un susurro brotó una pregunta: «¿A qué más lleva...?». Por varias millas, mientras terminaba de amanecer, traté de contestar hasta que concluí: «El Espíritu Santo lleva a la felicidad plena y menospreciarla es menoscabar el valor de la Obra de Cristo». Tal experiencia está detrás de las palabras de Jesús: «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo (Jn. 7: 38, 39).

El automóvil se llenó de la gloria de Dios. Llevado de una escena a la otra, tuve la célica amonestación: «Es muy grande la tristeza que traemos al corazón del Señor cuando somos infelices. En esa hora hemos menospreciado la Cruz».

No solo porque la felicidad es buena para ti y los tuyos; no solo porque es bien deseado sobre cualquier otro; más que por todo esto, por el significado de la Obra de Cristo, por respeto al valor de la Sangre derramada, sé feliz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario a este artículo se recibe con respeto y gratitud.