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jueves, 14 de marzo de 2019

La sencillez del evangelio para José Martí

Los hombres hemos complicado el evangelio de Jesucristo. Él presentó un camino sencillo de amor y vida, accesible a todos los corazones e inteligible para todo nivel de comprensión (1). Hacia allí va la mirada escrutadora de Martí. Ni las pompas vaticanas, ni los lujos pueriles de un grupo de mercaderes que hicieron del evangelio pretexto para sobre él alzarse, lograron que Martí desviara la mirada del verdadero evangelio: el de Jesucristo.  
Los hombres han pretendido hacer del cristianismo una religión más; Martí, cuya vastísima cultura estuvo edulcorada de lo mucho que viajó, vio en ella la indiscutible e incomparable superioridad, que descansó en “la pureza de su doctrina moral”, “el desprendimiento de sus evangelistas de los cinco primeros siglos”, “la entereza de sus mártires” y “la extraordinaria superioridad del hombre celestial que la fundó”. A diferencia del crecido número de pigmeos que valoran el tamaño de los demás por el suyo propio, a diferencia de esos campeones de la miopía y la amaurosis, que desdicen de una luz que perciben deformada, Martí advirtió en el evangelio de Jesucristo “grandeza, pureza y verdad de amor”. Acerca de él escribió:

Entre las numerosas religiones, la de Cristo ha ocupado más tiempo que otra alguna los pueblos y los siglos: esto se explica por la pureza de su doctrina moral, por el desprendimiento de sus evangelistas de los cinco primeros siglos, por la entereza de sus mártires, por la extraordinaria superioridad del hombre celestial que la fundó. Pero la razón primera está en la sencillez de su predicación que tanto contrastaba con las indignas argucias, nimios dioses y pueriles argumentos con que se entretenía la razón pagana de aquel tiempo, y a más de esto, en la pura severidad de su moral tan olvidada ya y tan necesaria para contener los indignos desenfrenos a que se habían entregado las pasiones en Roma y sus dominios.
Pura, desinteresada, perseguida, martirizada, poética y sencilla, la religión del Nazareno sedujo a todos los hombres honrados, airados del vicio ajeno y ansiosos de aires de virtud; y sedujo a las mujeres, dispuestas siempre a lo maravilloso, a lo tierno y a lo bello. Las exageraciones cometidas cuando la religión cristiana, que como todas las religiones, se ha desfigurado por sus malos sectarios; la opresión de la inteligencia ejercida en nombre del que predicaba precisamente el derecho natural de la inteligencia a libertarse de tanto error y combatirlo, y los olvidos de la caridad cristiana a que, para afirmar un poder que han comprometido, se han abandonado los hijos extraviados del gran Cristo, no deben inculparse a la religión de Jesús, toda grandeza, pureza y verdad de amor. El fundador de la familia no es responsable de los delitos que cometen los hijos de sus hijos (2).

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(1) Juan Wesley, Sermones. Nashville: Casa Editorial de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, s.f., t. II, p. 365.
(2) José Martí, “Fragmentos. Hay en el hombre”. Obras Completas, edición electrónica, t. 19, pp. 391, 392.


sábado, 2 de marzo de 2019

¿Ateísmo en el sincretismo cubano?

Se encontraba de guardia, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínico Quirúrgico "General Calixto García", en El Vedado habanero, a principios de 1990, el conocido y experimentado médico intensivista cubano, Dr. Pedro Sparis Gómez, fraterno amigo. Un paciente con un infarto agudo del miocardio, súbitamente, presentó una arritmia, y a consecuencia de ella evolucionó hacia un paro cardiorespiratorio. La reanimación cardiopulmonar fue engorrosa y difícil. Este cuadro se pudo revertir. El hombre se recuperó y, para sorpresa de todos, contó la historia del tiempo que estuvo en paro. Él se vio elevado hasta el techo de la Unidad. La sala de Cuidados Intensivos del Hospital tiene dos compartimentos o salas, una para casos que requieren ventilación artificial o se encuentran en un estado deplorable, y otro para los casos más estables, donde típicamente sitúan a los pacientes infartados, que requieren obviamente mucha tranquilidad. Cuenta el paciente que él viajó hasta la otra sala en el espíritu y vio a los casos que estaban allí y al personal de asistencia. A los pocos instantes sintió una fuerza poderosa que le hizo regresar y entonces entró a su cuerpo y despertó. Se formó de inmediato una especie de «comisión» para interrogar al paciente acerca de esta curiosa experiencia y en presencia de testigos se le preguntó sobre las características físicas de los pacientes y enfermeras que estaban allí. Todo coincidió con la realidad hasta en el más mínimo detalle.

Hoy día este no es un caso aislado, perdido en un reducido mundo anecdotario. Existen documentadas investigaciones científicas, realizadas bajo los más rigurosos controles, acerca de las experiencias contadas post-mortem por parte de miles de casos cuya reanimación fue exitosa. En las décadas de 1950 y 1960 diferentes sociólogos iniciaron el estudio de la psicología de la muerte y potenciaron la aparición de programas de asesoramiento y terapias para tratar los profundos problemas emocionales asociados a la muerte que existen en la sociedad moderna. El libro sobre este tema que mayor impacto causó en la opinión pública fue Sobre la muerte y los moribundos (1969) de Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra estadounidense de origen suizo, que a sí misma se confesó una persona no religiosa (1).

El equipo dirigido por esta prestigiosa investigadora de renombre internacional se dedicó a encuestar casos con reanimación cardiopulmonar exitosa, en el contexto de un paro cardiorespiratorio, es decir, pacientes declarados clínicamente muertos y en quienes las maniobras de reanimación tuvieron éxito. Después de estudiar miles de casos se observó que muchos decían al morir tener experiencias en lugares paradisíacos de belleza y gozo, mientras tanto otros iban a dar a lugares de tormento inimaginable. En ambos casos las personas testificaban salir de sus cuerpos sin por ello perder su identidad física o mental. Si eran ciegas ahora podían ver, y al regresar a sus cuerpos ¡volvían a quedar impedidas del sentido visual! Se destacaron en las conclusiones científicas quinientos pacientes que no dejan margen de dudas en las historias que cuentan y que ofrecen datos de interés, acerca de lugares en que estuvieron, cosas todas perfectamente verificables (1) (2).

José Martí conoció la existencia de una vida que no depende de este cuerpo, que le es temporal cobijo. El escribió: “El idealismo no es (…) deseo vago de muerte, sino convicción de vida posterior que ha de merecerse con la práctica serena de la virtud en esta vida” (3).

Intuir la vida eterna no es señal de ignorancia, como por tantos años se esforzaron en hacernos creer. José Martí lo definió como “expresión superior”, mientras escribía en el contexto del ochenta cumpleaños de Víctor Hugo: “Solo los seres superiores saben cuánto es racional y necesaria la vida futura. Pues vivir, ¿qué es más que ser águila, encerrada en ruin jaula, en que viven a par búhos y palomas? ¡Ha de venir la atmósfera radiante donde puedan camino del sol, volar las águilas!” (4).

 

 

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(1) Elisabeth Kübler-Ross. http://bibliotecaparalapersona-epimeleia.com/greenstone/collect/libros1/index/assoc/HASH07f6.dir/doc.pdf 

(2) Hugo Vidal Vidal, Conferencias, “El hombre como ser tripartito”.

(3) José Martí, “Emerson”, La Opinión Nacional de Caracas, 19 de mayo de 1882, t. 13, p. 29. Obras Completas. Ed. electrónica. Ciudad Habana: Centro de Estudios Martianos, 2006.

(4) José Martí. “Francia”. La Opinión Nacional de Caracas, 1 de abril de 1882, Obras Completas, t. 14, p. 427. Ed. electrónica. Ciudad Habana: Centro de Estudios Martianos, 2006.




viernes, 1 de marzo de 2019

Esto es para ateos

De ningún modo se incentiva con este artículo la práctica de experiencias extrasensoriales. Bíblicamente hablando, estas se mueven en capítulos relacionados con las tinieblas, pero al ateo «le viene bien» leer estas cosas.

Se empieza por entender que, en el orden psicológico e histórico, son incontables las experiencias científicas donde se ha demostrado la independencia del espíritu respecto al cuerpo que le hace de casa. Se manifiestan poderes superiores de la mente sobre la materia en los conocidos fenómenos de hipnotismo, telepatía, telequinesia y clarividencia. Todos estos fenómenos están más que demostrados y se ha hecho lo imposible para acallarlos, particularmente de parte de los psicólogos de la antigua Unión Soviética, que contaron con una notable escuela de parapsicología.

Las experiencias extrasensoriales ya no se pueden cuestionar. Experimentos controlados han permitido demostrar que hay personas que se pueden comunicar usando sus cerebros como dipolos, que mandan y reciben información, sin que medie ningún otro elemento de trasmisión. Tal es la peligrosa telepatía. El hecho de que una persona pueda describir sucesos que están aún por ocurrir, se conoce en parapsicología como clarividencia. El mover objetos sin tocarlos se conoce como telequinesia. De todo esto hay suficiente documentación. Bíblicamente hablando, repito, estos capítulos de la parapsicología están relacionado con las tinieblas.  Son un terreno muy peligroso.

Hoy día, perdidos en ese mundo de innegables manifestaciones sobrenaturales abundan presidentes que no toman una decisión de estado sin consultar a un médium espiritista, o a un gurú, a la manera que lo harían con un asesor del más alto nivel. Nancy Reagan, de hecho, consultaban cartas astrológicas, y recibió en una oportunidad una fuerte reconvención de parte de Billy Graham al respecto.

Federico Engels destaca en Dialéctica de la Naturaleza sus frustradas peripecias en el mundo del espiritismo, donde trató de reproducir algunos de los fenómenos que vio allí. Su escepticismo general y su rotundo fracaso le llevaron a describir el espiritismo como “…la más necia de todas las supersticiones…” (1). Sin embargo, destacados profesionales de su tiempo, fueron connotados espiritistas, y se movieron, por ende, en tinieblas. Algunos superaron a Engels con creces en el área de la investigación científica. Resaltan entre ellos:

 

Alfred Russel Wallace, (1823-1913), que simultáneamente con Darwin describió la teoría de la modificación de las especies por vía de la selección natural (2).

William Crookes, (1832-1919), químico y físico británico. Descubrió el elemento quimico conocido como talio. Inventó los rayos catódicos y las gafas de sol modernas (con filtro 100% ultravioleta). Aportó ingeniosos dispositivos para evidenciar la desintegración de átomos radiactivos o la intensidad de la radiación electromagnética (3). Él escribió un voluminoso libro sobre espiritismo al que tituló On miracles and modern spiritualism (4)

Camille Flammarion (1842 - 1925), astrónomo francés, fundador de la Sociedad Astronómica de Francia, meticuloso observador del Sistema Solar, particularmente de Marte, donde uno de los cráteres lleva su nombre en tributo de recordación. Él se interesó sobremanera por el espiritismo y consideraba estos fenómenos como campos científicos por descubrir (4).

Arthur Conan Doyle, (1859-1930), médico, novelista. Fue un verdadero maestro del género policiaco, donde creó al inolvidable Sherlock Holmes. Fue, en el siglo XIX, todo un “campeón” del satánico espiritismo (5).

Pedro y Marie Curie (1859-1906), descubridor de los elementos químicos Polonio y Radio. Junto a su esposa, la célebre Madame Curie, recibió el Premio Nobel de Física en 1903. Ambos fueron reconocidos adeptos del espiritismo (6).

Oliver Joseph Lodge (1851-1940), físico y escritor británico. Sus principales aportes científicos se hallan vinculadas al éter, cuya viscosidad negó, y a las radiaciones, campo en el cual fue un precursor de Heinrich Hertz. Bautizó y perfeccionó el «cohesor» (un detector de ondas radioeléctricas diseñado por el francés Édouard Branly), con lo cual contribuyó a los sucesivos descubrimientos de Marconi. En 1933 publicó Mi filosofía. Su inclinación hacia el espiritismo fue definitiva. En su libro Raymond (1916), se refirió a sus relaciones metapsíquicas con el espíritu de un hijo suyo muerto en la Primera Guerra Mundial (7).

 

La Biblia condena el espiritismo, por su origen demoniaco, y evidencia en sus páginas la existencia del mundo espiritual. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (I Ts. 5: 23). Al tiempo que el hombre posee un espíritu inmortal, existe un mundo poblado de seres espirituales. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6: 12). 

Por casi medio siglo Cuba fue un país donde la gente fingió ser atea, pero el sincretismo religioso, como “secreto a voces” era escandaloso y las manifestaciones espirituales llovían. Particularmente en lugares donde ingresaban personas que iban a morir las experiencias ocurrían “a pastos”. Trabajé siete años en la Unidad de Cuidados Intermedios del Hospital Clínico Quirúrgico “General Calixto García”, en el agradable Vedado habanero. Me encontraba en una oportunidad trabajando de noche cuando vi entrar delante de mí a un hombre al cuarto de la guardia. No había otra salida. Entré detrás para ver que hacía allí. Fue escalofriante comprobar que, finalmente, no había entrado nadie. Experiencias así he tenido a montones.

En una fría noche de guardia la enfermera de turno buscó a uno de mis compañeros para quejarse, porque dentro del cuarto en que se aislaban los casos críticos estaba un hombre vestido de blanco, sentado plácidamente y fumando un tabaco. Las ventanas estaban clausuradas y las puertas exteriores de la Unidad cerradas con llaves. La entrada del cuarto de aislamiento estaba visible. “Bueno —le dijo el médico —entre los dos será más fácil convencerlo de que debe salir”. Al entrar allí no vieron a nadie. Estaban solos los pacientes. Se creó una situación de verdadera tensión en la unidad. Se revisó hasta el falso techo. A la enfermera le dio un ataque de «nervios» que casi obliga a retirarla del turno.

 

 

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(1) Federico EngelsDialéctica de la Naturaleza, p. 39. Ciudad Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1982.

(2) Ibíd., p. 30.

(3) Miguel Barral. “Los fantasmas de William Crookes”. https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/grandes-personajes/los-fantasmas-de-william-crookes/ 

(4) Bernardo Rivera. “El devenir de la ciencia”. http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2008/11/ciencia-y-espiritismo-en-el-siglo-xix.html Publicado: 22 de noviembre de 2008. 

(5) Luis Alfonso Gamez. “Arthur Conan Doyle: el campeón del espiritismo”. Magonia. https://magonia.com/2014/07/24/arthur-conan-doyle-el-campeon-del-espiritismo/ 

(6) David Zurdo. “Los Curie y el espiritismo”. Los límites de la realidad. S.p.

(7) M. Ruiza, T. Fernández y E. Tamaro. (2004). Biografia de Oliver Joseph Lodge. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lodge.htm