“Lámpara es
a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal.119:105).
La
civilización occidental está fundada sobre la Biblia (1). Cosas tan cotidianas
como las escuelas públicas y los hospitales son ‘inventos’ cristianos nacidos
del mensaje de amor y compasión que trajo el evangelio a la humanidad (2). La
Biblia elevó a los salvajes de las Islas Británicas al orden y la decencia,
casi terminó con la antropofagia en África y las Islas del Pacífico, dignificó
a la mujer, y promovió las medidas universales de protección a la infancia y la
ancianidad. El bíblico nacimiento de Cristo determina nuestra era. La Biblia ha
influido y casi dirigido el avance de todas las artes; sea la literatura en
Shakespeare, Milton, Kipling, Carlyle, Tolstoi, Dostoievski y Víctor Hugo; sea
1a pintura en Rembrandt, Rafael y Miguel Ángel; la música en Mendelssohn,
Beethoven, Haendel, Haydn o la de Juan Sebastián Bach, que fue un ardiente
luterano, y dedicó todo su genio a la música sacra, previendo toda la idea
musical importante que ha surgido desde su época, sea en un sentido o en otro,
la Biblia ha penetrado y dirigido la marcha de toda la civilización
contemporánea. El llamado Derecho consuetudinario inglés, la Declaración de
Derechos, la Carta Magna y la propia Constitución de los Estados Unidos tienen
su fundamento en la Biblia (3).
Si este
libro dirige la marcha del mundo, ¿cómo es que hay personas que la declaran sin
valor como referente ético para todo asunto de la vida. Algunos, por otro lado,
en las ardientes discusiones éticas contemporáneas, pretenden cercenarla, para
tomar solo de ella la parte que les conviene, en lo referido al amor universal
de Dios, obviando la clara advertencia que, en relación con el juicio derramado
sobre todo lo pecaminoso, el libro santo nos da.
Guíe la
Palabra de Dios tu vida toda. Sea tu despertar y tu acostar, tu entrada y tu salida,
el constante referente en tus decisiones, con el que normes los valores y peses
cada gramo de tu conducta.
No te
dejes confundir por estos tiempos de tanto revisionismo moral. Toma la Palabra
de Dios, eterna, inmutable, viva; ahí está la ciencia y el consejo de Dios para
toda la humanidad.
Ámala, créela,
vívela.
______________
(1) Harold Willmington, Auxiliar Bíblico Portavoz. Grand Rapid,
Michigan: Editorial Portavoz 1995, p
819.
(2) EarleA. Rowell. El libro
invicto, sl., sf., n/p.
(3) Willmington, Ibid.
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