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viernes, 1 de diciembre de 2017

¿Cuál es la forma perfecta de gobierno eclesiástico?

No existe un modelo perfecto de gobierno eclesiástico. Resulta difícil concebir en la tierra un “gobierno ideal”. Todos adolecen de faltas e insuficiencias. El único modelo de gobierno perfecto está en el cielo, y a lo largo de la historia la iglesia ha sufrido en la búsqueda incesante de una estructura que le permita mantener el orden en sus asuntos.
No obstante, necesitamos uno que sea afín al ministerio de la iglesia. ¿Cuál será esa forma de gobierno? Será aquella que no impida al pastor desarrollar la visión que ha recibido de Dios, que permita tener un equipo de trabajo con opinión y decisión frente a una feligresía que recibe informe y manifiesta acuerdo o inconformidad.
Muchas denominaciones que dicen poseer tal o cual tipo de gobierno en la práctica tienen un sistema integrado también. Éste ha demostrado su eficacia con el curso del tiempo.
Gobierno definido tiene que existir para que no esté a la deriva la iglesia. No rehusemos el gobierno, cualquiera que sea la forma, pero evitemos que éste impida cumplir el propósito de Dios con el cuerpo de Cristo en la tierra.
Sea el gobierno episcopal, presbiteriano o congregacional, advertimos en cada uno de ellos valores y debilidades. Frente al espíritu dubitativo en que nos puedan sumir las revisiones que hagamos al respecto recordemos que, afortunadamente, Cristo viene pronto. Nos espera una teocracia perfecta. Hasta ese día, cuyos albores se vislumbran ya, usemos los aspectos positivos de las diferentes expresiones de gobierno y luchemos para que continúe adelante, incontenible, la iglesia de Jesucristo en la tierra.


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