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jueves, 15 de junio de 2017

A la partida del Profesor Fabio Romero

A toda la familia Romero.

c/c Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en Uruguay.

 

De: Facultad de Teología de las Asambleas de Dios en La Habana, Cuba.

 

Muy respetables hermanos (as):

 

Somos los Revs. Dres. Octavio y Elízabeth Ríos, profesores de la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en La Habana, Cuba. A través de la Facultad, supimos de la partida y promoción a la gloria del insigne Profesor Rev. Fabio Romero. La Facultad en la isla recibió la noticia con profundo dolor. Queremos unirnos a toda la familia en este día orar y dar gracias a Dios por la vida de tan destacado maestro bíblico, que unió fuerzas con los cubanos en la enseñanza ortodoxa de la Palabra y la expansión del Reino de los cielos.

Junto al Profesor Romero viajamos por toda Cuba cientos de kilómetros. Recordaremos su alegría, la habilidad con que se movía en los impresionantes resquicios de la hermenéutica y la teología avanzada, su celo por el orden, amor a la comunicación con sus hermanos y la presteza que tuvo siempre para ir a donde otros no querían ir. A Dios sea la gloria y al profesor Fabio Romero y por extensión a su familia, nuestra gratitud.

Como presidentes de la Comisión Nacional de Historia de las Asambleas de Dios de Cuba tomamos nota, para que la página escrita por su padre entre nosotros no quede en el olvido, todos recordaremos siempre a aquel que fue un heraldo de la Palabra para toda Latinoamérica y un experimentado erudito de los misterios del Reino. En el ejemplo que nos lega sienta la generación venidera fuerza e inspiración.

Dios les fortalezca en este día, el Espíritu Santo le abrace con consuelo perfecto y venga del cielo a sus vidas toda la ministración del Señor. Así sea.

 

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. (Ap. 21:1-5.)

 

Reciban en este día la expresión más alta de nuestro respeto y amor en Cristo.

Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en La Habana, Cuba.



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