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viernes, 30 de junio de 2017

La correspondencia más corta que se pueda recordar

El escritor francés Víctor Hugo estaba preocupado por el destino editorial de Los miserables; así es que le escribió al editor. Su carta solo tenía un «?». El editor contestó. Su respuesta fue: «!» (1).

 

 

__________

 

 

(1) PExtra. El Periódico Barcelona. «Víctor Hugo: ¿Qué le llevó a escribir el mensaje más corto de la historia?». Publicado y accedido: 30 de junio de 2017. https://www.elperiodico.com/es/extra/20170630/victor-hugo-6138189




jueves, 15 de junio de 2017

A la partida del Profesor Fabio Romero

A toda la familia Romero.

c/c Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en Uruguay.

 

De: Facultad de Teología de las Asambleas de Dios en La Habana, Cuba.

 

Muy respetables hermanos (as):

 

Somos los Revs. Dres. Octavio y Elízabeth Ríos, profesores de la Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en La Habana, Cuba. A través de la Facultad, supimos de la partida y promoción a la gloria del insigne Profesor Rev. Fabio Romero. La Facultad en la isla recibió la noticia con profundo dolor. Queremos unirnos a toda la familia en este día orar y dar gracias a Dios por la vida de tan destacado maestro bíblico, que unió fuerzas con los cubanos en la enseñanza ortodoxa de la Palabra y la expansión del Reino de los cielos.

Junto al Profesor Romero viajamos por toda Cuba cientos de kilómetros. Recordaremos su alegría, la habilidad con que se movía en los impresionantes resquicios de la hermenéutica y la teología avanzada, su celo por el orden, amor a la comunicación con sus hermanos y la presteza que tuvo siempre para ir a donde otros no querían ir. A Dios sea la gloria y al profesor Fabio Romero y por extensión a su familia, nuestra gratitud.

Como presidentes de la Comisión Nacional de Historia de las Asambleas de Dios de Cuba tomamos nota, para que la página escrita por su padre entre nosotros no quede en el olvido, todos recordaremos siempre a aquel que fue un heraldo de la Palabra para toda Latinoamérica y un experimentado erudito de los misterios del Reino. En el ejemplo que nos lega sienta la generación venidera fuerza e inspiración.

Dios les fortalezca en este día, el Espíritu Santo le abrace con consuelo perfecto y venga del cielo a sus vidas toda la ministración del Señor. Así sea.

 

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. (Ap. 21:1-5.)

 

Reciban en este día la expresión más alta de nuestro respeto y amor en Cristo.

Facultad de Teología de las Asambleas de Dios de América Latina en La Habana, Cuba.



jueves, 1 de junio de 2017

José Martí y los positivistas mexicanos

El 5 de abril de 1875, tuvo lugar un fuerte debate en el Liceo Hidalgo, de Ciudad México. Este giró en torno al tema: “La influencia del espiritismo en el estudio de las ciencias en general”. Hicieron intervenciones representantes de la escuela positivista y de la Sociedad Espírita (1).

El positivismo, como forma del pensamiento, fue popularizado por el filósofo francés Auguste Comte (1798-1857), padre también de la sociología. Sus ideas dieron lugar a dos grandes ramas del positivismo: el científico y el filosófico. El primero, el positivismo científico, sería un modo de entender la ciencia, que limitaba el conocimiento científico a los «hechos» o fenómenos observables, a su descripción y a la formulación de las leyes que los relacionaban. Todo lo demás no era ciencia. Esta modalidad del positivismo no negaba la metafísica, que es aquella rama del saber que atiende a las cosas que van más allá de lo físico (2). El positivismo filosófico, por su parte, define que los hechos empíricos puros (basados en la experiencia) son la única base del conocimiento. Se niega, por ende, todo valor a la metafísica (3).

México tenía una fuerte escuela positivista, que floreció después de 1870, y tuvo gran influencia en la educación y el gobierno, de ahí el interés que despertó este debate. Fue publicado en Revista Universal de México, el 8 de abril de 1875. José Martí, el más preclaro pensador cubano, participó en la primera de las tres sesiones que tuvieron lugar (1).

 

Publicado en Revista Universal, México, 8 de abril de 1875 (4).

 

Presidencia del Sr Pimentel (5).

El Sr. Pimentel: –Tiene la palabra el Sr. Baz para sostener su proposición.

El Sr. Baz (Gustavo): —(…) Trátese de averiguar la influencia del espiritismo en el estudio de las ciencias en general. Esta creencia basada en hipótesis que no tienen demostración experimental no ha abreviado ni los métodos, ni el tiempo, ni el trabajo en el estudio de las ciencias exactas, pues que toda ley a posteriori no se puede admitir hasta que ha sido demostrada por la práctica y la experiencia (…). Nuestra bandera son los inmortales principios de la libertad de conciencia y la omnipotencia de la razón humana.

El Sr. Cordero: —[Leyó el credo espiritista. Dijo que el espiritismo no tenía por origen leyendas de fantasmas y aparecidos, que estos hechos no habían sido conocidos perfectamente hasta hoy, y que el espiritismo no pretende nada por derecho de conquista.]

El Sr. Pimentel: —Quisiera saber qué cosa es espíritu.

El Sr. Cordero: —Con igual derecho preguntaría yo qué cosa es materia (…).

El Sr. Pimentel: —Sábese lo que es materia, pero no lo que es espíritu; la materia, un cuerpo por ejemplo, podía no tener ni color, ni forma, ni sabor, pero en último análisis nunca dejará de tener extensión, he aquí por lo que algunos definen la materia por resistencia. Los espiritistas al suponer la independencia del espíritu lo materializan y en este sentido Jesús y los Santos Padres son los primeros materialistas que él conoce. (Murmullos.) Jesús pertenecía a una secta que predicaba la transformación de la materia, y hablaba incesantemente de penas corporales, de la resurrección de la carne, del crujir de dientes. (Murmullos.) Por otra parte el aserto del Sr. Baz acerca de la antigüedad del espiritismo está fundado en las aserciones de Strauss (6) y de otros autores alemanes.

Una voz: —Nada de autoridades.

El Sr. Pimentel: —Tiene la palabra el Sr. Cordero. (…).

El Sr. Cordero: —¿Por qué si se admite la hipótesis del éter imponderable en las ciencias, no se ha de admitir también el de una fuerza imponderable que anime nuestro cuerpo? (Murmullos de aprobación en algunos bancos.) En cuanto al giro de la discusión, está extraviada. Débese averiguar antes que todo si el espiritismo es cierto o no, y para ello es necesario que los miembros del Liceo Hidalgo lo estudien. (Murmullos.) Los que lo profesan tienen una convicción profunda que no ha cedido ante el anatema de la sociedad, ante las lágrimas de los seres más queridos, ante los sacrificios más grandes. (Aplausos.) Por eso creo que después de estudiar extensamente al espiritismo debía reformarse en este sentido el tema de la discusión: ¿el espiritismo es cierto o no?

 

Vaya discusión. El espiritismo ha existido, con diversos nombres, a través de los siglos. Este satánico movimiento tal como lo conocemos hoy, fue introducido en Europa occidental a mediados del siglo XIX, especialmente en Alemania, Gran Bretaña y Francia. Muchos insisten en que su origen moderno es norteamericano y lo vinculan con las hermanas Kate y Margarete Fox en el estado de Nueva York (1848). Los espiritistas creen en la comunicación con los espíritus mediante un médium (receptor de mensajes) (7). Así continuó la discusión:

 

El Presidente: —Tiene la palabra el Sr. Baz.

El Sr. Baz: —Esta vez tomo la palabra con verdadera pena, porque tengo que defender una parte incidental de mi discurso y la proposición presentada por el Liceo Hidalgo. Clara y definidamente he definido el espiritismo como la creencia que supone la inmortalidad del alma y la plena comunicación entre los espíritus de este planeta, con agentes exteriores. Si me remonté a las leyendas de la Edad Media, fue para refutar la aserción de Allan Kardec  que dice al principio de su Libro de los Espíritus que para las cosas nuevas se necesitan palabras nuevas, suponiendo que el espiritismo ha nacido en nuestra época. En este punto el mismo Sr. Cordero ha dicho que esos fenómenos eran antes bien conocidos, de modo que él como yo hemos refutado a Allan Kardec.

 

La rama francesa del espiritismo está representada especialmente por Hipólito León Denizard Rival, más conocido con el nombre mediumnímico de Allan Kardec (1804–1869). Este nació en Lyón, Francia, en el seno de una familia cristiana. Dotado de una inteligencia poco común, se inclinó por el estudio de las ciencias y la filosofía. Fue miembro de algunas sociedades científicas, como la Academia de Ciencias de Arras. Esta le reconoció en 1831, por su notable trabajo ¿Cuál es el sistema de estudios que está más en armonía con las necesidades de la época? Se añadirían a esta, otras publicaciones, como Cuadro propuesto para la mejoría de la instrucción pública (1828), Catecismo gramatical de la lengua francesa (1848) y Dictados especiales sobre las dificultades ortográficas (1848), entre otras. De 1835-40 fundó en su hogar una escuela gratuita de química, física, anatomía comparada y astronomía.  En 1855 comienza a interesarse por “las manifestaciones de los espíritus”. A partir de entonces escribió varios libros, el primero de los cuales fue su difundida obra El libro de los espíritus (1857), que aborda el tema desde una perspectiva filosófica; publicó después El libro de los médium (1861), que aborda aspectos teórico-prácticos del tema y configura, junto al anterior, el binomio clásico más representativo de la literatura espiritista. Escribe posteriormente El evangelio según el espiritismo (1864); El cielo y el infierno o la justicia divina (1865); El génesis, los milagros y las predicciones, según el espiritismo (1868). Después de su muerte fueron editadas sus Obras Póstumas, donde se recopilan trabajos que no habían sido publicados por el autor). Las iglesias cristianas históricas se han opuesto enfática y categóricamente al espiritismo y a todas sus variantes, considerándolas prácticas diabólicas, claramente prohibidas por la Biblia (8)

El señor Gustavo Baz continuó diciendo:

(…) Entrando en el fondo de la cuestión es preciso no perder de vista la división entre ciencias exactas y morales. En las primeras siendo el objeto de toda investigación el explicar por medio de una ley, determinado rango de hechos, generalmente y como he dicho antes, se establece esta ley a posterioriy cuando se establece a priori, venga o no de una revelación espirita, de una intuición, no se admite hasta que no ha sido sancionada por la experiencia, de modo que el espiritismo no puede abreviar el tiempo en el estudio de las ciencias exactas. (Marcadas palabras de aprobación en la primera banca.) Respecto de lo moral (…) todos los sistemas tienen por objeto procurar el bienestar del individuo. Teniéndose como se tiene en esta discusión, una frente a la otra, dos escuelas, la una que pretende fundar las bases de esta norma de conducta en lo que no se conoce en sus fenómenos que no son analizables experimentalmente, en el espíritu, y otra que funda estas bases en las necesidades corporales, en el estado social (…), esta segunda triunfará siempre de la primera, pues que es más comprensible para todos y descansa en hechos positivos y verdades averiguadas por la ciencia. (Murmullos de aprobación en algunos bancos.) (…) Niego, pues, señores, que el espiritismo tenga ninguna ventaja sobre los sistemas que le son opuestos en la averiguación de las verdades científicas y morales. (Sensación.) En cuanto al grado de certidumbre de la ciencia espírita, yo tengo el derecho de dudar de los fenómenos que no he palpado, pues que la duda es un derecho del hombre. (…) Y aun en presencia de estos mismos fenómenos que podrían depender muy bien de la constitución fisiológica de los que lo afirman, justo y racional sería que buscásemos una ley que los explicase y que estuviese de acuerdo con los conocimientos científicos que poseemos. (Aplausos en las primeras bancas y a la izquierda.)

Varias voces: —Pido la palabra. (…)

El Presidente: —Tiene la palabra el Sr. [José] Martí.

El Sr. Martí: –Yo vengo a esta discusión con el espíritu de conciliación que norma todos los actos de mi vida. Yo estoy entre el materialismo que es la exageración de la materia, y el espiritismo que es la exageración del espíritu. (Sensación.)

¿Qué es el espíritu? Nos pregunta el Sr. Baz. El espíritu es lo que él piensa, lo que nos induce a actos independientes de nuestras necesidades corpóreas, es lo que nos fortalece, nos anima, nos agranda en la vida. (Aplausos.) ¿No recuerda el Sr. Baz cuando ha depositado un beso casto en la frente de su madre, (¡Bravo, bravo!) cuando ha amado con la pasión del poeta, cuando ha escrito con tintas y en miserable papel algo que no era miserable? (¡Bravo, bien, bien!) Ese algo nos da la propia convicción de nuestra inmortalidad, nos revela nuestra preexistencia y nuestra sobreexistiencia. (Aplausos estrepitosos.) Por otra parte, señores, creo que esta discusión será inútil, si no se reforma la proposición del Sr. Baz, porque si no averiguamos antes si es cierto o no el espiritismo, de una cosa falsa no puede resultar una verdad. (Aplausos.)

El Sr. Baz: —Pido la palabra.

El Sr. Pimentel: —Tiene la palabra el Sr. Baz.

El Sr. Baz: —He entrado en este debate con mi razón como única guía, y no creo que en él tengan lugar los sentimientos nacidos de la educación, de las costumbres y de las relaciones sociales. (Murmullos.) Pero no seguiré al Sr. Martí en el camino de su brillante improvisación: se nos ha mostrado poeta y gran poeta, pero nada más. Aquí somos únicamente pensadores que vienen a meditar y discutir sistemas filosóficos, y la pasión y el sentimiento no serán por cierto nuestras mejores antorchas. (Muestras de aprobación en las bancas, murmullos en las otras.) Yo no he negado la inteligencia en el hombre, he dicho que la encontrábamos siempre unida a la materia orgánica, sujeta por esta misma materia, y que suponer que este fenómeno existe después de la descomposición química que sigue a la muerte, sobreviviendo independientemente del cuerpo en que se manifestaba, es una hipótesis no demostrada experimentalmente. No he negado lo que el Sr. Martí llama espíritu, he dicho únicamente que no era analizable, que no se le conocía y todo para probar que el espiritismo se basaba en meras hipótesis. (Sensación.) El Sr. Martí nos ha hablado mucho del espíritu, y sin embargo, de conocerlo tanto no nos lo ha podido definir; yo quisiera saber en qué consiste ese fenómeno cuya existencia no niego, pero que todavía es un misterio para los que carecen de fe en la revelación de cualquier género. En cuanto a lo que asienta el Sr. Martí de que de un sistema falso no puede legar una verdad científica, recuerde que la alquimia a pesar de su falsedad fue la madre de la química, la más admirable de todas las ciencias. (Aprobación en algunas bancas.)

El Sr. Martí: —Fenómeno quiere decir accidente, ¿por qué llama así el Sr. Baz al espíritu, que es en mí constante y esencial?

El Sr. Baz: —No tengo yo conciencia de que existe una inteligencia independiente de un cuerpo orgánico, mientras no se me demuestre que sobrevive a las transfiguraciones de la materia; seguiré llamando fenómeno a la inteligencia, autorizado por la misma acepción que da a este vocablo el Sr. Martí.

El Sr. Martí: –Con mi inconformidad en la vida, con mi necesidad de algo mejor, con la imposibilidad de lograrlo aquí, lo demuestro: lo abstracto se demuestra con lo abstracto, yo tengo un espíritu inmortal, porque lo siento, porque lo creo, porque lo quiero. (Grandes aplausos.)

El Sr. Villaseñor. —Para desvanecer las dudas manifestadas por el Sr. Presidente, me refiero a una prueba material. Vuelva la vista al plano que tiene a su espalda ¿qué ve?, líneas de todos géneros, y sin embargo esas líneas representan algo, representan la América, hay algo sobre su materialidad que las anima.

El Sr. Pimentel: —Se nos ha hablado de sensaciones morales, de sentimientos, de besos puros, y todo esto es dependiente de sensaciones materiales, que los engendran y los acompañan siempre. La ciencia nos demuestra que todos los cerebros piensan, según su constitución, de modo que ese espíritu de que se ha hablado aquí es más o menos perfecto según el cuerpo en que se manifiesta. Entre las dos escuelas que disputan a brazo partido en este instante existe la duda, yo me amparo en la duda y no admito sino los hechos positivos. La fisiología, la anatomía no nos demuestran la inmortalidad del espíritu. . .

El Sr. Martí: —Yo he aprendido mi espiritualismo en los libros de Anatomía comparada, y en los libros materialistas de Luis Büchner (9). (Aplausos.)

 

Este Luis Büchner (1824- 1899) al que se refería José Martí, fue uno de los principales filósofos alemanes, representante del llamado ‘materialismo vulgar’ (10). El debate continuó:

 

Varias voces: —Pido la palabra.

Una voz: —¡Al orden!

El Sr. Sierra (Santiago): —El espiritismo es un sistema racional. (Murmullos.) Sus hechos son irrefragables; su trascendencia inmensa.

¿Quién sino él inspiró a Esquilo, a Dante, a Shakespeare? Como elemento moralizador nos revela nuestro destino, admite, sanciona, las más nobles aspiraciones del hombre, tiende a ponerse de acuerdo con la ciencia y revela verdades profundas y trascendentales. En vista de sus teorías consoladoras, de sus hechos sorprendentes, desafío a que se le oponga una religión más sublime; la base es la creencia en un alma inmortal necesaria para el hombre, sin la cual sería una miserable oruga, porque si el ser humano no tuviera alma necesitaría inventársela. (Grandes aplausos.)

El Sr. Pimentel: —Esos son los hechos que yo quisiera ver, lo mismo que se me probara que se puede ver sin ojos, oír sin oídos y tocar sin tacto.

Algunas voces: —Si se puede.

El Sr. Baz: —Antes que nada debo manifestar que no admito como demostración experimental las sensaciones de los Sres. Martí y Sierra, puesto que no las siento. (Risas.) En cuanto a la discusión no temo admitir en ellos los hechos, de que tanto hablan los espíritas, pero reservándome la facultad de discutir la explicación que hagan de esos mismos hechos. [Sic.]

El Sr. Presidente: —Por lo avanzado de la hora se levanta la sesión (…)

 

Vaya pelea la de Martí con los positivistas mexicanos. No recuerdo ya la primera vez que la leí, pero debió ser hace unos cuarenta años. Me quedé deslumbrado para entonces, y sentí orgullo del genio cubano. Todo quedó ahí, en una gran admiración. En ocasión de la publicación reciente de la Edición Crítica de la Obras Completas de José Martí, por el Centro de Estudios Martianos de La Habana, volví a leer  la polémica, y me dí cuenta, por primera vez, de un detalle en que no reparé a las alturas de aquellos lejanos años, y es que, al momento de aquella ardiente lid, en que Martí se midió con gigantes de la vida intelectual mexicana, aquel que pasaría a la historia como «el más universal de los cubanos» ¡solo tenía 22 años! Si la primera vez me admiré, ahora realmente no supe qué pensar del más incomparable tribuno de nuestra historia.

 

 

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(1) Ibrahim Hidalgo de Paz, José Martí. 1853-1895. Cronología. Ed. Digital. Centro de Estudios Martianos, 2006.

(2) María Ángeles Vitoria. “Positivismo”. Enciclopedia filosófica on linehttp://www.philosophica.info/voces/positivismo/Positivismo.html

(3) Ibíd.

(4) José Martí, Discursos y fragmentos de Discursos, 1875-1892. Obras Completa. T. 28, pp. 323- 329. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973.

(5) Francisco Pimentel. Nota del Editor de las Obras Completas. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973.

(6) David Friedrich Strauss. Nota del Editor de las Obras Completas. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1973.

(7) Marcos Antonio Ramos, Nuevo diccionario de religiones, denominaciones y sectas. Biblioteca Digital Libronix 3.0C, Disco Compacto.

(8) Ileana Hodge Limonta, “Historia y creencias. El espiritismo, una realidad cubana” p. 261. Ver en: Sociedad y Religión. Selección de lecturas. Ciudad Habana: Editorial Félix Varela, 2003.

(9) Vladimir I. Lenin. Carlos Marx, p. 177, índice de nombres: p. 545. Nota del editor. Obras escogidas en doce tomos. Tomo V. Moscú: Editorial Progreso, 1976.