El Marxismo, como filosofía y sistema político-económico, propone una crítica al capitalismo y aspira a una sociedad sin clases basada en la propiedad colectiva de los medios de producción. Es raro ver qué todavía se enarbole su bandera, porque el Marxismo que muchos sintieron completado en el Leninismo y lo integraron al nombre como Marxismo-Leninismo tiene cuatro problemas:
1. Visión reduccionista del ser humano: El marxismo enfatiza demasiado en los aspectos materiales y económicos de la vida, reduciendo la complejidad humana a una lucha de clases y dejando de lado valores tan significativos como la libertad individual o la espiritualidad.
2. Resultados históricos: Si bien las ideas de Marx fueron teóricas, su aplicación práctica en los regímenes comunistas de Europa del este o Corea del Norte generó un mar de represión y una asfixiante falta de libertades. Los problemas económicos que trajo su aplicación fueron siempre mayores que los que pretendió resolver. Esto definió con creces su inviabilidad.
3. Para los que defienden la libertad individual, la democracia pluralista o la propiedad privada, el Marxismo es el fin de todas las esperanzas.
4. El análisis de Marx no se aplica al contexto actual. Las sociedades modernas son incomparablemente más complejas, con un capitalismo globalizado y una creciente clase media que no encaja de ningún modo en el esquema de la lucha de clases.
El marxismo hizo contribuciones críticas al análisis social y económico, pero su sueño del paraíso de los trabajadores no se verificó para nada. En ninguno de los países en que se practicó hubo una auténtica dictadura del proletariado; los tales fueron gobernados con mano de hierro por una burocracia comunista militarizada, completamente enajenada de los trabajadores.
El Marxismo, en ninguna de sus expresiones, puede sostenerse frente a una visión pragmática, una convicción ética o una amplia comprensión económica y filosófica.
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